Opinión

A vueltas con la txapela

Estamos de subidón y la euforia tiene grados y sino que se lo digan al volcán que no deja de rugir en esa isla que aumenta gracias a él. Hay puntos de fuerza para aprobar los presupuestos, fomentar unidad en el PSOE tras el Congreso Nacional y también para buscar acuerdos amplios que permitan llevar a cabo la  reforma de la Constitución.  En ese pack está el gobierno del presidente Sánchez que  activa la adrenalina y nos traslada la llegada de una etapa que luce en cartel luminoso la palabra socialdemocracia y el dibujo de la rosa roja. La  socialdemocracia sostiene que la autoridad pública debe intervenir para restablecer el equilibrio y la libertad económica, y ahí estamos en este que ha sido el concepto más reiterado en el Congreso Nacional del PSOE en el pasado fin de semana. Esta ideología política se expande como lo hizo el virus en su  momento más álgido.

El décimo aniversario de la declaración del cese de las armas de ETA también ha revolucionado  ánimos. Un señor como Arnaldo Otegi  consta en cualquier consulta  como político español, él que fue secuestrador desde que tenía 20 años.  Hoy vemos como su faceta de encapuchado se blanquea desde la televisión pública.  La entrevista de TVE nada tiene que ver con lo que pueda considerarse de interés periodístico, desprende estrategia política para seguir aliándose con los que gobiernan en España y también como contribución a una limpieza que necesita hacerse para que la utilice el aliado. Sus actuales 63 años lo obligan a pensar en la jubilación y en dejar marcada una biografía de héroe. Y trabaja en ello insistiendo  en que no  es  importante condenar la violencia de ETA y sí  lo es haber contribuido a su final en el que, insistentemente, recuerda que participó. Por supuesto no destaca el trabajo de los jueces, el acorralamiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el papel importante del negociador Jesús Eguiguren, así como la persecución de Francia y la realidad internacional tras el 11S. No viste ser terrorista pero sigue pidiendo libertad para los presos de ETA y no ayuda para esclarecer los más de trescientos asesinatos  que siguen esperando ser judicializados. 

Los tiempos del hacha y la serpiente son hoy fase a limpiar tras más de cuatro décadas de terrorismo. Otegui y lo que representa nunca han estado más cerca de alcanzar sus objetivos políticos. Generaciones ya presentes no ven a Bildu como el brazo político de ETA, e incluso hablan de feminismo, independencia o libertad frente a la fuerza política que sigue sin hacer condena desde el Parlamento y hablando de héroes.

El comunicado histórico de aquel 20 de octubre de 2011 llegó como tres fantasmas con txapela. Lejos de mostrarse seguían ocultándonos lo que se dice que es el espejo del alma. 

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