Opinión

Roca de Rocas o San Pedro

En Galicia el mar distingue a tres de sus provincias y sólo una de nombre Ourense late desde el interior a golpe de caldera, fuentes termales y caudaloso pai Miño. Aquí, los barcos lejos de ahuyentar calman al visitante a pesar de verse pasar entre pendientes de ángulos agudos de 50 grados y paisajes trabajados a desniveles de 500 metros. Lugo olvida su costa cántabra y con Ourense se emparejan en el Sil; un enlace bendecido por la merced musical del rezo que resuena en los picos de las empinadas laderas, dando sonido eterno a los monasterios. 

En horas de guerra cañones como este ganan batallas a golpe de cielos cercanos, pensadores visuales y premios desde las alturas arrastrando leyendas, tradiciones y mucho arte.

San Pedro se dedicaba a la pesca en el mar de Galilea, ese mar que fabricó pescadores de hombres para peregrinar y marcar huella en el interior de las almas, ese órgano intangible pero que, sin duda, tiene entrañas. Al Apóstol Pedro está dedicada la Iglesia de San Pedro de Rocas en Ourense, el conjunto rupestre más antiguo de Galicia y el único primitivo con cuevas, excavadas en el Monte Barbeirón. Este lugar, que fue de oración, de capilla y de cabecera de iglesia medieval, acaba de recibir el Premio da Cultura Galega 2021 de Patrimonio Cultural. Un aplauso que llega caudaloso al afluente del Miño y a ese círculo de edificios consagrados por la caridad, la humildad, la vida y los deberes de los cristianos. Y no sólo de los religiosos de hoy, también de los que estuvieron presentes en la primera epístola de San Pedro.

El Mosteiro de San Pedro de Rocas supera en número de visitas al de Santo Estevo de Ribas do Sil, de la orden de San Benito, al de Santa María de Xunqueira de Espadañedo, cisterciense y al benedictino de Santa Cristina. Lo más visitado es en este caso lo más antiguo, lo que está muy lejos de nuestro tiempo y más cerca del comienzo religioso; y que ha quedado palpable, visitable y como estirpe de lo que somos. Se le llama San Pedro de Rocas, aunque podría ser San Roca de Rocas, por el nombre que Pedro significa en arameo y por ser él piedra angular de la Iglesia. Aquí hay tumbas que levantan los ánimos del ayer y caminata que hace tener presente que estamos ante uno de los templos más antiguos de Europa. Un reconocimiento que es turismo, que hace historia del pasado y que pone en valor el patrimonio más antiguo de Galicia, aquel que nos lleva al elemento del interior del planeta llamado piedra. No cabe más que sentirla para encontrar la solidez de nuestro mundo y la fragilidad de los que nos llamamos y nos llaman humanos.

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