Opinión

Interferencias

La quinta ola covid parece dar el pistoletazo de salida a una verdadera tendencia a la baja en la evolución de la pandemia. Contraria a la ola que lleva a la playa está siempre la resaca, esa corriente de retorno que preocupa a las familias afganas. Los movimientos más personales dejan latente la dificultad para reunir los requisitos exigidos para estar en la lista de evacuación. Preocupan poco las mascarillas y las distancias de seguridad, algo nada extraño en un país acostumbrado a tener la polio como enfermedad endémica.

Afganistán se ve ahora arrastrado por el movimiento succionador de una vida ya conocida. Mientras las miradas están centradas en el aeropuerto de Kabul ignoramos otras realidades porque cada vez son menos, o ya prácticamente no quedan, periodistas en la zona. Los talibanes siguen fomentando su campaña de propaganda aprovechando los móviles, que en otro tiempo prohibieron. Las mujeres solteras se agarran al propio miedo con la amenaza que puede llegar tras el 31 de agosto, fecha exigida por los talibanes para una retirada total de las tropas. La soledad y el aislamiento que marcará el futuro es ahora mismo la pandemia del país centroasiático.

La apatía hacia la política exterior es un mal generalizado en la ciudadanía pero no se entiende en los gobernantes. Informes de hace años pronosticaban el desastre en el momento del abandono militar y ahora es criticable la falta de preparación ante un colapso anunciado. Es más acertado hablar de rendición y derrota que de una retirada. La señal dejada por la guerra de Vietnan no parece haber hecho escuela. El pastor mentiroso de la famosa frase "¡qué viene el lobo qué viene el lobo!" ha sido inútil por mucho que corresponda a Esopo, fabulista de la antigua Grecia.

El arranque de mandato de Joe Biden le llega con batallas caseras por una retirada que no es victoria. El presidente americano alegó a la falta de voluntad de los afganos contra los talibanes o de no marcharse del país cuando podían. No ha gustado el comentario y los análisis y estudios concluyen que los muchos millones de dólares entregados se han vuelto en contra y provocado parálisis y limitado iniciativas en un país que es mayoritariamente rural. Este ejemplo de guerra eterna, acompañada de la conocida como fatiga de la ayuda, ha traído la caída de la popularidad de Biden en siete puntos alcanzando en estos momentos el 46%, el más bajo desde que asumió la presidencia.

En la Casa Blanca el balón va de tejado en tejado: Seguridad Nacional y agencias de inteligencia contra Defensa o Exteriores, todos contra todos pero haciendo retumbar, a bombo y platillo, el argumentario de que siete de cada diez americanos respaldaron la retirada de tropas internacionales. En nuestro país se ha iniciado el curso político y el presidente Sánchez viene con el manual de Rota y Morón para conversar con el presidente americano, aquel que le dedicó 20 segundos de pasillo.