Opinión

Carta a los Magos

Empezar año siempre estimula porque incluye exaltación del ánimo, algo que se necesita por mucho que las cifras del paro inyecten entusiasmo al cerrar 2021 con un nuevo récord al acumular diez meses consecutivos de descensos, y ver aumentado el número de afiliados a la Seguridad Social. Esa parte de no conocer a quién nos va a cambiar la vida conlleva dosis de felicidad inaugurando 2022.

Hemos olvidado el miedo a no entender la realidad y vamos al ritmo del viento que sopla para subsistir a la losa pesada que llevamos impuesta. La carta a los Reyes Magos también suspira desde la profesión periodística. Las abluciones mañaneras incluyen petición de recuperar respuestas por parte de los portavoces parlamentarios y del mismo presidente del Gobierno para que vengan a dar reciprocidad y con ella identidad a las ruedas de prensa con preguntas que se responden y respuestas que estén lejos de la intervención de ERC con Gabriel Rufián diciendo: «no participamos de burbujas mediáticas de la ultraderecha».

Estamos en un clima de tensión social en parte por la connivencia  entre política y periodismo y eso de no contestar a los ciudadanos no está bien visto, Majestades

Queridos Magos que regrese el artículo veinte y proteja los derechos a expresar y difundir libremente las ideas y opiniones. Un ejercicio que, como sabéis, no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa y que se cita en la Constitución de 1978 como derecho y deber fundamental. Haced uso de todas vuestras influencias para que recibamos libremente información veraz por cualquier medio de difusión. Que sea una garantía constitucional porque la salud pública lo demanda, tanto como la despedida al covid-19.

Estamos para milagros y puestos a decir les pido por aquellos compañeros a los que tenemos deprimidos porque no son de La Sexta, de la Ser, de TVE, de Efe, o de El País y, por ello el presidente del Gobierno decidió no contestarles en su comparecencia de fin de año. Que reflexione nuestro señor Sánchez y que vuelva al camino dejando de tomar medidas con sus socios de gobierno para silenciar a los medios de comunicación no afines, como parece que se prepara. 
Estamos en un clima de tensión social en parte por la connivencia entre política y periodismo y eso de no contestar a los ciudadanos no está bien visto, Majestades. Entre discurso y discurso los desplantes están atacando la normalidad. No siempre la profesión periodística se ha portado bien y, en algún momento, debería disculparse por el mal trabajo; pero devuélvannos el Estado de la Nación que no se hace desde 2015 y rendir cuentas siempre dignifica a un país.
Ya por último no pierdan de ojo la reforma de la Ley de Seguridad Nacional, no parece que sea bueno dar poder absoluto al presidente del Gobierno quien sin derecho a indemnización y al cumplimiento de las órdenes de interés para la seguridad nacional pueda proceder a la requisa temporal de todo tipo de bienes o a la intervención u ocupación de los que sean necesarios y, en su caso, a la suspensión de actividades. El oro, el incienso y la mirra peligran.

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