EN VARIOS países europeos ya toman medidas ante lo que llaman "quinta ola"; el índice de aceptación de Boris Johnson ha tocado suelo porque a las consecuencias nefastas del Brexit se une ahora que la variante Delta ataca de lleno y se ha visto obligado a tomar medidas aún más restrictivas para los que quieran viajar fuera del Reino Unido o pretendan venir de fuera; Emmanuel Macron y Angela Merkel anuncian más medidas de precaución, y en España hemos vivido un episodio con estudiantes que viajaron a Mallorca para celebrar el fin del bachillerato que ha hecho saltar todas las alarmas.
¿Estamos preparados para luchar nuevamente? La vacunación se está haciendo de forma rápida, impecable, incluso los más escépticos sobre la capacidad del Gobierno para emprender esa campaña han —hemos—- reconocido que Moncloa ha puesto todos los medios al alcance de los gobiernos autonómicos para que respondieran de forma tan eficaz. Sin embargo, siendo importante el proceso de vacunación pues se disminuye la posibilidad de contagios de manera sustancial, hay elementos inquietantes que obligan a pedir a Sánchez y a su ministra Darias que tomen las medidas necesarias para que la Delta no nos coja desprevenidos; como ocurrió cuando el coronavirus llegó a Italia y aquí pensamos que jamás lo sufriríamos.
Sigue sin comprenderse el coladero de Barajas. Cuenta algún medio informativo que en el aeropuerto madrileño solo hay 9 médicos para atender a los pasajeros que puedan llegar con indicios de estar afectados por el corona virus. Nueve médicos. Por unos 200.000 pasajeros que entran a diario. Los testimonios de pasajeros que afirman que nadie les ha pedido un papel son inquietantes. No es un dato menor. Va a ser cierto que es más seguro acudir a un lugar público, restaurante, gimnasio, teatro o cine, que viajar, porque el incumplimiento de las normas sanitarias en esos establecimientos conllevan multas que obligan a los encargados a asegurar los controles. Pero viajar, hoy por hoy, es un riesgo por mucho que uno mismo tome precauciones. No sabes en qué condiciones se encuentra el pasajero de al lado.
El Gobierno debía estar tomando ya decisiones para afrontar la Delta, por si llega. Que ha llegado, aunque de manera todavía irrelevante. Pero además del Gobierno, todos y cada uno de los españoles deberían estar pensando ya en su propia salud y en los contagios. El caso Mallorca ha puesto todos los focos en los adolescentes. Acudieron a un festival, hicieron botellones, pasearon por las calles sin protección y en grupos multitudinarios. Llevaban casi dos años encerrados, en una edad en la que comunicarse es indispensable. Pero por encima de la necesidad de reconocerse, hablarse, tocarse, abrazarse y recuperar el tiempo perdido, cada ciudadano, cada español, joven o no joven, debería asumir que la pandemia sigue ahí. Moribunda gracias a la vacunación masiva, pero no aniquilada.
Gobernantes y ciudadanos asumimos que hay que tomarse la Delta en serio, o regresará la pesadilla.