Opinión

Prudencia frente al coronavirus

En la Ética de Aristóteles, la prudencia (phrónesis) es una cualidad (o virtud, areté) intelectual que radica en la aplicación de la razón a los asuntos prácticos. De ella depende el desarrollo y ejercicio de las llamadas virtudes morales, que a su vez consisten en el hábito de actuar dentro de un término medio entre dos extremos. Así la fortaleza o valor, por ejemplo, se halla en un punto intermedio entre un exceso, la temeridad, y un defecto, la cobardía. Determinar en cada caso concreto cuál es ese punto es precisamente la función de la prudencia, ya que no todas las situaciones ni todas las personas son iguales. 

Creo que puede ser útil recordar estos conceptos ante la crisis provocada por la expansión nacional e internacional del coronavirus. Observo en los medios de comunicación, en las actitudes sociales y en las declaraciones oficiales la existencia de dos tendencias contrapuestas: la que minimiza el fenómeno restándole importancia y asimilándolo poco menos que a la gripe común y la que por el contrario lo enfatiza hasta compararlo casi con la peste. 

Las medidas de prevención e higiene, los controles sanitarios y la suspensión de eventos multitudinarios y otras situaciones de riesgo
se harán pronto inevitables

Sabemos que la letalidad del virus es reducida pero real, especialmente en grupos de riesgo, por lo que debe ser tenida en cuenta; como también es cierto que la capacidad de contagio del covid-19 es máxima, por lo que sin duda se va a seguir extendiendo mientras no se descubra la vacuna o antídoto adecuado. De modo que entre el alarmismo y la pasividad, se ha de encontrar el término medio prudente. De lo que no estoy seguro es de si en estos momentos, teniendo en cuenta la rápida difusión de la enfermedad por el país estamos haciendo todo lo posible por atajarla.
Las medidas de prevención e higiene, los controles sanitarios y —mal que nos pese— la suspensión de eventos multitudinarios y otras situaciones de riesgo se harán pronto inevitables. Actuemos con prudencia, es decir, hagamos lo que la razón indica sin caer ni en el pánico ni en el exceso de confianza.

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