Opinión

La cuarentena, un paréntesis para reflexionar

Ortega y Gasset distinguía en la vida humana entre períodos de ensimismamiento y de alteración. En estos últimos, sin duda los más frecuentes, nos hallamos tan urgidos y solicitados por las circunstancias exteriores que apenas prestamos atención a nuestra propia existencia; en cambio, en los primeros, a los que a menudo nos vemos abocados por algún suceso desolador, nos paramos (literalmente) a pensar abstrayéndonos de lo inmediato y cavilando sobre el pasado y el futuro de nuestro ser y el del mundo que nos rodea.

Acaso la cuarentena de aislamiento social que nos viene impuesta en estos momentos por la pandemia pueda contribuir a pasar colectivamente de un estado de prisa y continua alteración a una toma de conciencia o ensimismamiento en el que nos hagamos cargo por una vez de nuestra realidad y la del planeta que nos alberga.  Una de las mayores enseñanzas de esta epidemia es que la humanidad es  verdaderamente una, y que unida debe actuar contra los males que la acechan. Pero el mayor de estos podría estar aún por venir.

El secretario general de la Onu, Antonio Guterres, acaba de advertir que el cambio climático es mucho más letal que el coronavirus, y que representa una amenaza para la humanidad muy superior a este. Si nadie cuestiona ya los hechos en lo concerniente al Covid-19 ¿por qué hay quien sigue manteniéndose escéptico respecto a las cifras y datos científicos que demuestran el calentamiento global y la necesidad de actuar contra él?

Curiosamente, la crisis sanitaria en un inmenso país como China ha servido de test o prueba empírica que ha permitido comprobar cómo la  reducción de emisiones de CO2 en las zonas más afectadas contribuye a mejorar los índices medioambientales de las mismas. Esperemos que el relativo aislamiento y la ralentización del ritmo vital a los que nos fuerza la actual epidemia nos sirvan al menos para ensimismarnos un poco  y reflexionar.

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