Opinión

La pandemia y la voluntad de ser humano

La pandemia que nos asola nos obliga a caer en la cuenta de nuestra humanidad común a pesar de todas nuestras distinciones, muros y separaciones. Ya sabíamos que todos los seres humanos formamos una especie muy homogénea desde el punto de vista genético, puesto que todos compartimos más de un 99% de nuestro ADN; pero cuando hace apenas unos meses las diferencias políticas, étnicas e ideológicas parecían distanciarnos cada vez más, una amenaza vírica nos ha hecho recuperar la conciencia de formar parte de una misma comunidad global. Incluso quienes se creían más protegidos e invulnerables se han visto igualados a los demás por un simple virus que ha puesto de manifiesto la universal fragilidad de la condición humana.

Por ello es necesario reivindicar el humanismo como "voluntad de ser humano"; como determinación y deseo de que la humanidad siga adelante y supere los grandes escollos que la acechan sin dejar de ser lo que es y de desarrollar sus mejores posibilidades de autorrealización. Se trata de "llegar a ser plenamente lo que somos", en un mundo realmente más humanizado y por lo tanto más justo y equilibrado.

Para ello puede ser útil recordar que los términos "humano" y "humanidad" proceden del latín "humus", que significa tierra o suelo, y que es también la misma raíz de la palabra "humildad". Reconociendo que somos todos igualmente frágiles, vulnerables y contingentes estaremos en mejores condiciones para unirnos frente a la adversidad y superar los desafíos que debemos afrontar juntos. El nuevo humanismo debe fundarse sobre esta conciencia de la fragilidad e insuficiencia de cada uno y no sobre la autoafirmación absoluta de sí mismo y de lo propio. Se tratará de un humanismo inclusivo y no excluyente del otro, del distinto; un humanismo plural, que no impone un modelo único de humanidad sino que atiende a las diferencias y las acoge, y un humanismo ecológico, que no contrapone al hombre y a la naturaleza sino que los armoniza. Un humanismo por lo demás abierto a la ciencia, como actividad humana que es; pero que considera que la tecnología debe estar siempre al servicio del ser humano y no al revés, reivindicando la superioridad de los valores humanos y morales sobre los puramente técnicos.

Ahora bien, la unidad de la humanidad solo puede construirse a partir de la diversidad. Cada individuo es único y cada cultura es particular y autónoma; solamente tendiendo puentes entre unos y otros a través de la comunicación y el diálogo será posible aproximarse al entendimiento y la concordia. 

El presente texto es un extracto del discurso desarrollado por el autor para la presentación de su libro ‘La voluntad de ser humano’, realizada en el museo Domus de A Coruña el pasado sábado.

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