Opinión

Filosofía para la pandemia

QUE LA pandemia ha dado lugar a un incremento de la inquietud filosófica, lo demuestra no solo el retorno del interés por los estoicos o por el existencialismo, sino también la toma de posición pública de muchos de los filósofos más relevantes de la actualidad, algunos de los cuales han escrito libros expresamente relacionados con el tema, como Edgar Morin (Cambiar de vía. Lecciones de la pandemia), Zizek (Pandemia) o Daniel Innenarity (Pandemocracia), entre otros.

Sin embargo, sus puntos de vista distan de ser concordantes. En primer lugar, aunque muchos auguran que la crisis desatada por la pandemia redundará en una transformación de nuestro modo de vida y de nuestra visión del mundo, también hay quien cree, como Fernando Savater, que no cambiará esencialmente nada, de modo que cuando se supere la actual situación todo volverá a ser más o menos como antes, solo que "un poco peor".

Entre los que forman parte del primer grupo cabe distinguir a su vez dos actitudes diversas: la de quienes piensan que el cambio que se está produciendo propende a acercarnos a una especie de distopía autoritaria, como Giorgio Agamben, para quien "la pandemia muestra claramente que el estado de excepción se ha convertido en la condición normal de la democracia", y la de quienes opinan que es un aviso y una oportunidad para enderezar el rumbo que nos conduce al desastre medioambiental, como Bruno Latour, para el cual esta crisis epidemiológica es como un ensayo general o preparación para la más grave e inminente crisis climática.

Es objeto de debate asimismo si la lucha contra el virus implicará un vuelco del actual sistema socioeconómico (un "golpe mortal" al capitalismo, según Zizek), o por el contrario, lo reforzará, como pronostica Byung-Chul Han. Este último además señala que la epidemia tiende a maximizar la "vigilancia digital" a partir de la experiencia de los países asiáticos —China, Corea del Sur, Japón...— que se presentan como modelo de gestión sanitaria; también Yuval Harari previene de la posibilidad de un control de corte totalitario ejercido mediante la "monitorización biométrica" de las personas al socaire de la pandemia. Sin embargo, tanto uno como otro estiman preferible adoptar soluciones alternativas basadas en la responsabilidad humana y ciudadana.

Otros resaltan el estado de incertidumbre reinante, como Edgar Morin; e incluso Jürgen Habermas ha llegado a declarar que "nunca habíamos sabido tanto de nuestra ignorancia" como ahora. Daniel Innenarity subraya el hecho de que la pandemia ha conmovido nuestras certezas pero al mismo tiempo nos estimula a buscar soluciones consensuadas para problemas que como éste son comunes a todos. Así, partiendo de la inseguridad de nuestro conocimiento y de la pluralidad de perspectivas y opiniones existentes, apuesta por el diálogo y la cooperación para alcanzar acuerdos prácticos y eficaces. Por mi parte añadiría que la búsqueda de consensos para la resolución de la crisis actual, así como para la evitación de un futuro colapso climático, puede encontrar su fundamentación teórica en un humanismo inclusivo capaz de integrar las diferencias ideológicas y culturales y de concebir una interacción más equilibrada de nuestra especie con su medio ambi ent e natural.

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