Opinión

Fake news y duda metódica

Continuamente recibimos vía internet un cúmulo de supuestas noticias, consejos y anuncios de incierta fiabilidad 

COMO SABEN, se ha generalizado la expresión fake news (en inglés, literalmente noticias falsas) para referirse a los bulos o informaciones falaces que circulan por internet, y de un modo particular a través de redes sociales como Whatsapp, donde el desmentido resulta más difícil porque la transmisión no tiene carácter público sino privado. El origen y causa de estos dudosos mensajes no está siempre claro: en ocasiones pueden subyacer intereses comerciales (por ejemplo, la prevención del uso de productos de una determinada marca podría obedecer a una campaña promovida por la competencia), o de cualquier otro tipo, como el intento de influir con consignas partidistas y datos sesgados en el voto de los usuarios, una simple venganza personal o el mero afán de protagonismo, sin descartar en algunos casos la buena intención (aunque no siempre bien documentada). Sea como sea, continuamente recibimos vía internet un cúmulo de supuestas noticias, consejos y anuncios de incierta fiabilidad ante los que no sabemos muchas veces cómo reaccionar.

Frente a este desafío de las fake news, quizás sea útil recordar la primera de las reglas expuestas por Descartes —quien vivió en otra época de incertidumbre— en su Discurso del Método, por la que el autor dice haberse decidido a "no tomar nunca cosa alguna por verdadera a no ser que conociese de manera evidente que lo era". A este cuestionamiento, promovido con el objetivo de obtener un conocimiento seguro y cierto, se denominó "duda metódica", y no parece que sea extemporáneo recuperarla para el cribado de los datos que recibimos digitalmente sin contrastar.

Aplicarla en este contexto consistiría en poner entre paréntesis los mensajes, por lo general reenviados, cuya autoría y fuente informativa no figure en los mismos de una manera explícita, clara y verificable, compararlos con las noticias sobre el tema publicadas en medios solventes —desconfiando si no aparecen nunca en éstos—, consultar si es preciso webs especializadas en desmontar bulos y, como también señaló Descartes, "evitar la precipitación", reflexionando con lógica y analizando sin prisa los contenidos antes de darlos por buenos y desistiendo de difundirlos si no ofrecen garantías de verosimilitud. Despejando así el error nos acercaremos más, también en Internet, a la verdad.

Comentarios