Opinión

La edad que aparentamos

Cada vez me gustan menos las revistas enfocadas al público femenino. Ahorraba para comprarlas en mi adolescencia, cuando ya me había pasado la fiebre de la Súper Pop y prefería forrar mi carpeta con fotos de modelos a las que todas nos gustaría parecernos. Me encantaba leer sobre las últimas novedades en cosmética, moda y proyectos de las ‘celebrities’, que por aquel entonces se llamaban únicamente ‘famosas’. 

Me gustaba contemplar todas aquellas fotografías perfectas de mujeres impresionantes que aparentemente no podían desear nada, simplemente porque ya lo tenían todo. Sin embargo, con la edad —o con la madurez, si es que existe— me he ido cansando poco a poco de tanto esplendor y de tanta tontería.

Hace poco, me regalaron una de esas revistas en una perfumería y el contenido me horrorizó. Es más, me ofendió. Media revista eran anuncios de barras de labios ‘long lasting’, máscaras de pestañas ‘waterproof’ y marcas de ropa a precios prohibitivos. Y en el medio de todo ese bombardeo de productos había un reportaje sobre la denominada ‘Generación Silver’. Al parecer, se trata de personas mayores de 60 años que viven una segunda juventud. De entrada, me pareció una idea apetecible, pero resulta que para encajar en ese distinguido grupo hay que aparentar veinte años menos, como mínimo.

El reportaje recomendaba un sinfín de dietas, productos de belleza y tratamientos cosméticos para borrar los signos del paso del tiempo y ser feliz. Es como decir  que una persona no puede sentirse bien consigo misma si aparenta la edad que refleja su DNI.

Yo estoy a favor de cuidarse, de verse bien y de preocuparse por el físico y por la imagen —quien quiera hacerlo—, pero no si es a costa de vincular la felicidad al botox. Yo quiero aparentar la edad que tengo; a poder ser ni un año más, pero tampoco diez menos. Mejor madura que ridícula.