Opinión

Un dron en mi jardín

Tuve un profesor de Ciencia Política que nos invitó a leer 1984, de George Orwell, una novela sobre vigilancia y control social que con 18 años —y el pensamiento crítico en ciernes— nos parecía únicamente una obra de ciencia a ficción. No imaginábamos un mundo en el que los ciudadanos tuvieran que vivir bajo la mirada de un gobernante que podía observarlos en cualquier momento. Sin embargo, Orwell ya estaba convencido de que la sociedad real alcanzaría un estado parecido.

Y aquí estamos; vigilados con drones para evitar que reguemos el jardín. El alcalde del concello ourensano Vilar de Barrio, Manuel Conde, ha tenido la brillante idea de fichar a una empresa de drones para detectar "conductas impropias" ante la sequía. Le ha parecido buena idea vigilar a sus vecinos y poder observar si llenan la piscina, pero también si se pasean desnudos por su finca. Puede que esto último no sea la finalidad de su novedoso plan, pero la realidad es que se colará en la propiedad privada de la gente para ver lo que hace. La cosa es grave, y me sorprende que legal, porque no sé ustedes, pero yo no veo mucha diferencia entre colarse en la intimidad de las personas por el aire o hacerlo por debajo de la puerta.

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