Opinión

Un verano de color sepia

CADA VEZ que se habla de las series que se hacen ahora me arrullo en el recuerdo de Doctor en Alaska. Me autosugestiono para seguir creyendo que no se superó la profundidad de los personajes y los matices de las relaciones humanas que consiguieron allí. Cuando la compré en DVD la fui viendo de forma estrafalaria y desordenada, casi como la ponían en TVE. Pero todo tiene un límite. Si le pararon los pies al recuerdo de Alfonso Guerra, cómo no parárselos al del doctor Fleischmann. Dicho así este descuelgue emocional no parece gran cosa, pero es mucho más de lo que consiguen los grandes programadores televisivos del siglo XXI que siguen en nómina en TVE a cuenta del bolsillo de todos. Si ya me resultaba sospechosa otra repetición más de Curro Jiménez, cuando vi que traen de vuelta a Chanquete y al Piraña de Verano Azul entendí que desengancharme de Doctor en Alaska como lo hice fue un prodigio al alcance de muy pocos. Algo me olía cuando vi que proliferaban los programas de refritos de archivo de los 80 y los 90 aderezados con música de Objetivo Birmania y voz de Santiago Segura. Pero Verano Azul... ¿Tan desesperados estamos? Si pasas la nostalgia por el pasapuré lo que te queda es un "¡Chanquete ha muerto!" que cambió el punch emocional del momento por el hastío de hoy en día. Las correrías de aquella chavalada ya no se miran con cariño, se te aparecen con desgana. Era mejor que repitiesen El show de Benny Hill, está aún más obsoleto pero daría mucho más juego en Twitter.