Opinión

Un alud de elefantes

UNO DE los sucesos que más me impactó en mi trayectoria laboral fue el accidente en la autovía de un tráiler que transportaba cerdos. Cientos de cerdos reventados en la A-8, caminando desorientados entre el hormigón resbaladizo mientras la Guardia Civil y Protección Civil los perseguían por la mediana. Era una estampa parecida a esa escena de Doce Monos en la que liberan a unos animales del zoo de Nueva York y se ve corriendo por el puente de Brooklyn a jirafas, leones y osos grises. La primera vez que la vi me clavó a la butaca del cine.

Algo así me pasó cuando vi a esos elefantes accidentados cuando los trasladaban en un camión. Uno de ellos parecía el escarabajo de Kafka cuando al despertar no consigue darse la vuelta para ponerse de pie. Otros dos le miraban y le acariciaban con la trompa en medio del páramo de Pozo Cañada, provincia de Albacete. Sé que hay elefantes que viven en la sabana. Pero Pozo Cañada es un páramo y la diferencia, aunque sutil, es trascendente. Elefantes entre alquitrán y quitamiedos.

Hay dos interpretaciones: una cosa menos que nos queda por ver en esta vida o lo nunca visto. Pero en Pozo Cañada son afortunados: dicen que los elefantes traen suerte.

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