Opinión

A todos nos gusta jugar

HOY ARRANCA ese espectáculo hipnótico que son los Juegos Olímpicos. Quince días en los que soy perfectamente capaz de ver un combate de taekwondo o de empatizar con un espadachín de esgrima al que en circunstancias normales mi clasismo y mis prejuicios convertirían en el blanco de mi más absoluto desprecio. Por pijo. Pero estos días no. Reverdece mi pasión por los ejercicios gimnásticos de suelo y mi admiración de toda la vida por el piragüismo de aguas bravas. De pequeño siempre quise ganar una medalla olímpica. Ahora que flota en el aire la posibilidad de que no gane ninguna, la quiero todavía más. Y tiene que ser en atletismo, concretamente en los 400 lisos, que son uno de los grandes inventos de la humanidad. Además estoy plenamente dispuesto a doparme lo que haga falta para conseguirlo, así que si Eufemiano Fuentes está leyendo esto ya sabe que, conmigo, escrúpulo ninguno. Por un oro en los 400 lisos soy muy capaz de dejar de comer Phoskitos. Además prometo ser un payaso simpático tipo Usain Bolt y prestar mi imagen a todo tipo de campañas publicitarias bien pagadas. Y todo esto a cambio de prácticamente nada: la gloria.

Comentarios