Opinión

Rescatada del naufragio

LO PEOR de los restos del siglo XX es que envejecen demasiado deprisa. Se agrietan y adoptan un tono decadente que no les sienta bien. Los bollycaos de ahora son intragables. Los Hombres G deberían retirarse definitivamente. Las cabinas de teléfono que sobreviven parecen espantapájaros del asfalto. Los balones de playa de Nivea solo sirven para estigmatizar a los niños que juegan con ellos. Las reposiciones de Friends no les están haciendo ningún favor. Alaska pasó de ser un mito viviente a una caricatura de un humorista narcotizado.

Ayer rescaté del buzón otro naufragio más. A punto estuve de tirar algo a mitad de camino entre folleto grueso y minilibro que resultaron ser las Páginas Amarillas. Las daba por extintas pero no, ahí estaban, ahora reformuladas bajo un nuevo nombre comercial.

De su pujanza original solo conservan su color amarillo característico, aunque me pareció algo más anaranjado tirando ya a rojo, como avisando del peligro de su propia desaparición. Cuando buscabas algo en las Páginas Amarillas es que tenías un problema. Recuerdo buscar allí listas de médicos o de fontaneros y ya entonces, al contrario de lo que pasaba con las Páginas Blancas, no siempre salías airoso. A veces buscabas a alguien muy concreto que te hacía falta para un trabajito muy particular y justo ese, en tu pueblo, no lo había. Ahora ya da igual. Tecleas algo en Google y sale. Desde estraperlistas a las propias Páginas Amarillas. Así no hay forma de extinguirse con dignidad.

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