Opinión

Problemas en el ascensor

Tengo el ascensor de casa estropeado. No es una broma porque vivo en un quinto. A eso de las diez de la mañana me crucé en las escaleras con dos vecinos que me dijeron: "Hoy toca hacer ejercicio". Como yo venía de hacerlo, me pareció un comentario con doble sentido muy ocurrente.

Media hora más tarde otra vecina llamó a la puerta de casa para preguntarme si habíamos llamado para que arreglasen el ascensor. Somos los presidentes de la comunidad. Es una lata ser responsable de cosas, aunque sea de un ascensor. O sobre todo si es de un ascensor.

La gente se levanta, se ducha, desayuna y sale a enfrentarse con la vida, que le pone una zancadilla en el mismísimo rellano obligándole a bajar por las escaleras y encima deja flotando en el aire la duda de si habrá que subir a pata a la vuelta. Eso te predispone a salir a la calle con el mismo ánimo con el que Busquets fue a tirar el penalti contra Marruecos. A la vuelta, el ascensor debe depositarte sin sobresaltos en un lugar reconocible en el que te espera tu sofá. Pero eso no siempre pasa, y encima cuando entras y hay alguien es imposible evitar una pregunta que en Galicia nos reportó una pésima fama: "¿Subes o bajas?". Como si importara. Como si no lo supiéramos.

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