Opinión

Un periódico de otro tiempo

LA EDICIÓN del sábado de este diario me pareció deliciosa. Un ejercicio de nostalgia gentileza de la actualidad  más rabiosa. En una página vi una foto de unos obreros reasfaltando una calle de Lugo por tercera vez en este año. No me diga que esto no es tan ochentero como las hombreras, los calentadores o las sobredosis de laca un sábado por la noche. No fue un hecho aislado. En otra página, no muy lejos de allí, se aludía a un juicio a un exdirector de un banco por una venta muy dudosa de preferentes. ¡Ah, las preferentes! Qué buenos años aquellos en que podíamos comprarlas sin pensar qué eran por dos razones fundamentales: porque podíamos y porque siempre se nos juró sobre siete biblias que eran el negocio del siglo, los duros a cuatro pesetas ya en tiempos del euro. Tantas fabricaron que hubo quien las tuvo hasta sin saberlo. Pero quien mejor destiló la melancolía fue un bar de Lugo donde el tiempo se había detenido en algún punto de los años 90. Había música a lo bestia y nada de lo que podría esperarse: mascarillas, gel hidroalcohólico y por supuesto cero distancia social y mucho menos aforo, además de permitir beber en la barra sin problema. Aún así, lo mejor fue el detalle de que todavía dejaban fumar dentro. Todo un revival de tiempos mejores o, si no mejores, más sencillos. Leí la noticia ansioso por saber qué música ponían, pero ese detalle se les escapó a mis compañeros. Para mí que era Camela y hasta ahí podíamos llegar. Los vecinos hicieron bien en denunciar.

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