Opinión

En el lugar equivocado

EL MAL de nuestro tiempo es ir por la vida ensimismado. Con la hipoteca, con lo estupendos que somos, con nuestro pasado, con nuestro presente, con nuestro futuro. En algo de eso andaba yo un día que me metí en el ascensor y contra pronóstico, porque vivo en un quinto, desembarqué en el tercero. Fui a la puerta que tenía que ser la mía, metí la llave mientras pensaba en algo trascendental, y aunque se me resistió un poco, abrió. Allí apareció una mujer que ni siquiera estaba histérica y me preguntó: "¿Dónde vas, Pablo?". Me pareció preciosa esa forma de resolver un allanamiento de morada. Y barata. Aún así tardé como cinco segundos en procesar y huir avergonzado.

Por eso me encantó esa noticia que leí aquí este martes de un pobre hombre que se metió en un coche que no era el suyo a echarse un sueñecito que se había currado a fondo. La crónica de mi compañero no hacía referencia al estado de ánimo de los verdaderos dueños del coche cuando vieron a un inquilino roncando al volante.

Estas confusiones son más habituales de lo que parece. Mire a la Fifa en Catar, a Putin en Ucrania, a Tamara Falcó en Masterchef. Y ninguno de ellos parece ni la mitad de borracho que el durmiente en coche ajeno, pero vaya usted a saber.

Comentarios