Opinión

Lo que Cifu nos enseñó

BIEN, QUERIDOS niños, en la escuela de la vida todos aprendimos el miércoles una valiosa lección: falsificad todos los Máster que podáis hasta que parezca que sois más listos que el rector que los firma, pero bajo ningún concepto se os ocurra birlar una crema en el súper porque entonces seréis lo peor. Es más, si echamos una mirada con gran angular al caso de la Cifuentes se transparenta una moraleja bien triste: puedes aparentar ser lo que te venga en gana siempre y cuando no te pillen in fraganti. Porque si no el denunciado será el que dice quién eres de verdad y no quien dices ser. Porque Cristina Cifuentes denunció a Ignacio Escolar por eso: por publicar quién era de verdad.

Y a riesgo de que alguien me denuncie, tengo que confesar algo que me deja como un tipo listo: yo no me tragué ni por un segundo que Esperanza Aguirre fuese a desaparecer del mapa. Porque desde luego doy por hecho que todo este follón no salió del despacho de Pablo Echenique, ni siquiera del de Pedro Sánchez, al que aún se le ve por ahí gritando: "¡Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!".

Una última lección: queda probado que lo de la fecha de caducidad de las cremas es muy relativo.

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