Opinión

Las tapas y las dudas

ME DA mucha rabia que nos sometan a tantas elecciones, pero no por el gasto público o el hartazgo ciudadano, sino por lo que nos cuesta decidirnos. Ayer fui testigo de un hecho sorprendente. En un bar el camarero plantea a un cliente una pregunta sencilla que a veces parece llevar escondida la clave de nuestra existencia: «¿Qué va a ser de tapa: zorza o mejillones?». Pudo ser cualquier otra cosa. Detecté miles y miles de veces que la gente vacila ante lo que se va a tomar de tapa hasta el punto de descargar con cierta frecuencia la responsabilidad en el camarero: «Lo que más rabia te dé». El domingo, sin ir más lejos, en el mismo bar y en la misma situación, un señor contestó: «De lo que menos te pidan». Por eso ayer di un respingo cuando el hombre respondió como un resorte: «Zorza». Pero es una excepción. Lo normal es que la gente mire al camarero como si le estuviera pidiendo su puntuación para Finlandia en Eurovisión. Paradójicamente, también observé que los titubeos disminuyen si lo que se ofrecen son pinchos y se puede ver a simple vista lo que hay ensartado en un palillo. Mi teoría es que no se elige lo más te gusta sino lo que menos te disgusta y nos cuesta probar algo nuevo.

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