Opinión

La nueva privacidad

LO QUE más me tranquiliza del acoso al que nos estuvieron sometiendo empresas y entes etéreos de todo el mundo para que consintamos dejarles hurgar en nuestros ordenadores a cambio de salvaguardar nuestra privacidad es el cambio que pude constatar desde que la nueva ley entró en vigor. Las cosas como son: hay que reconocerle a los chicos de la UE que ahí se apuntaron un tanto porque ahora voy por la vida muchísimo más seguro. Dónde va a parar.

Cogí por costumbre desde hace unos meses desayunar escarbando en Twitter y ahora estoy que lo tiro: entro en los enlaces a lo loco, sin plantearme siquiera si ‘Tonya69’ se dedicará exactamente a la venta ambulante de hortalizas. También compro y compro sin mesura con la pachorra que da saber que ‘Meloquedo.com’ ahora significa lo contrario de lo que parece que significa.

Todos eses ‘Acepto’ a las nuevas condiciones de privacidad me están abriendo un mundo nuevo gracias a que me los leí dos veces hasta comprobar que todos y cada uno de los párrafos se redactaron única y exclusivamente para protegerme como cliente.

Tan tranquilo estoy que ni de clave cambié: sigue siendo 1234. Lo sé, lo sé, estoy totalmente a salvo.

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