Opinión

La memoria de los peces

A PARTIR de hoy en muchos lugares las cosas vuelven a ser como antes. Flota en el aire de algunos pueblos cierto hartazgo. Lo que el 5 de julio son pequeños trastornos sin importancia como tardar un poco más en la pescadería o que estén cerradas algunas calles, a 5 de septiembre están convertidos en auténticos suplicios y ya ni indicamos por dónde pasa el Camino de Santiago con la misma amabilidad que en la segunda quincena de junio. Ni siquiera nos basta esa sensación de que alguna gente se hace rica con toda la gente que nos visitó. Y es que todo cansa. Hasta en un episodio de Los Simpson Hommer se harta de la cerveza y del bar de Moe y comienza a caminar a diario.

Sumergidos en ese bucle, ya es viable anticipar que en dos meses o dos meses y medio lloverán las quejas por la falta de gente, por lo parado que está todo, por lo largo que se hace el invierno y nuestros políticos revitalizarán ese término tan eufónico: la desestacionalización.

La memoria de los peces, aparte de una película bastante buena, es también la que utilizamos para ir tirando. De otro modo no se puede entender el porcentaje de gente que votará en las terceras elecciones generales.

Comentarios