Opinión

La ilusión de cada día

TENGO EN gran estima a Ana Blanco. La del Telediario. Huelga decir que no la conozco absolutamente de nada. Pero lleva tanto tiempo ahí que desarrollé hacia su persona catódica la querencia que la generación anterior a la mía cultivó hacia Rosa María Mateo. Creo que las dos comparten un punto importante: no se sabe casi nada de ellas. De hecho solo pude confirmar hace unos dos meses o así que Ana Blanco, tal y como sospechaba, tiene piernas. La primera foto que le vi de cuerpo entero. Era una fiesta pero vestía igual que en la tele. 

Estos días estoy algo preocupado por ella. La veo apagada. Algo más, le noto cierta desgana, casi un punto deprimida. Ayer mismo me fijé que parece tener ojeras. Y aunque desde que su nueva jefa es justamente Rosa María Mateo le ponen vestidos escotados de cierto colorido, ni siquiera eso puede disimular un punto de melancolía. Y me preocupa que no transmita ilusión al contar ninguna noticia, porque sé que si a ella no le motivan, ¿a quién lo hará? 

Ayer le encontré cierta chispa al anunciar que se acerca el anuncio de la Lotería de Navidad. Y eso que
a ella le tocó en 1990. Fue cuando la pusieron a dar el Telediario.

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