Opinión

Un James Bond asturiano

COMO SOY muy egocéntrico y un poco cinéfilo no puedo dejar de pensar que el fichaje de Fernando Alonso por Aston Martin es para fastidiarme a mí. Claro que sé que en el fondo no es cierto, porque todo responde a un anhelo guardado a buen recaudo en lo más hondo de Fernando: convertirse en James Bond, ‘el’ piloto de Aston Martin.

Porque Alonso también tiene su corazoncito. Cuando supo que de los tres tótems del deporte (Nadal, Gasol y él) la gente prefería casi siempre a los otros dos y por eso a él le tocaban los peores anuncios, se planteó este horizonte, el de salvar el mundo.

A Alonso le darán, como nuevo James Bond, un Aston Martin con todas las armas secretas incluidas. Y ya sabemos lo que pasará: se atascarán porque un tornillo está flojo, dispararán en sentido contrario porque un currito la pifió o estarán cargadas con serpentinas en lugar de con napalm porque uno de Red Bull hasta arriba del ídem se les coló en el ‘paddock’, que es como ellos le llaman a un taller mecánico para que parezca más importante de lo que es. Lo que sea con tal de que no sea culpa suya. Un James Bond asturiano tomará sidrina y no Martini agitado pero no revuelto y él en concreto no tolerará ser 007, querrá ser 001. Eso sí: que le llamen Alonso, Fernando Alonso.

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