Opinión

Un futuro de marca blanca

DENTRO DE este mundo que estoy dejando de entender el último sobresalto me lo proporcionaron  en Toyota. Acaban de fabricar un coche que no quieren vender. De hecho, no lo venden: lo alquilan. Es un eléctrico bastante espectacular por el que hay que pagar 3.500 euros solo por sacarlo del  concesionario y, a partir de ahí, 599 euros al mes el de andar por casa y 699 el que trae de todo.

Al día siguiente leí otra historia que me hace pensar que ya me puedo espabilar: un catalán (cómo  no) va a fabricar 20.000 coches al año en Zaragoza. ¿Qué coches? Ni idea. No porque me olvidase o el tipo no lo sepa. Es que le da igual.  Él va a fabricar coches y luego que se los quede quien quiera. Según explicaba allí, se los quitan de las manos.

Puedo llegar a entender a  los de Toyota, que ponen en práctica ese mantra popular en todo el mundo salvo en España aplicado a tu propia casa que dice que es mejor alquilar que comprar. Pero fabricar coches de marca blanca y luego ya les pondremos una pegatina, eso me supera. Porque seguro que los coches del hombre este se acaban llevando por delante a Alfa Romeo, Lancia, Peugeot  o la primera que pillen. Como les pasó a los yogures Yoplait. Cincuenta años peleando con Danone para que te acaben sacando de la cadena de frío los yogures de  Mercadona.

Los que veían un futuro con coches voladores nunca nos dijeron de qué marca serían. Y no fue porque no lo supieran.  Tan claro lo vieron que se dieron cuenta de que ni marca tendrían. Ni que decir tiene que yo tomaba Yoplait. Todo un visionario.   

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