La familia real inglesa le da mil vueltas a la nuestra. Y no lo entiendo. Los nuestros son descendientes directos de Fernando VII, tendrían que dar todavía más juego del que dan. Aquí nadie se anima a escribir un libro como el de Enrique para animar un poco el cotarro. Claro que a Fernando VII tampoco le gustaban los libros salvo cuando había que quemarlos.
Estos días miro el espectáculo que están dando Enrique y Megan y echo de menos los paseíllos de Urdangarin y los ciento y la madre "no sé" y "no me consta" de Cristina. Eso es un problema para escribir un libro: si no te acuerdas de nada, a ver qué vas a contar.
Tiene unos sobrinos prometedores. A Froilán lo veo sin problema en algo tipo Sálvame y forzando un poco la máquina, en Masterchef. Pero al chaval le pasa como a su tía: tampoco se acuerda de nada, aunque en su caso es por otros motivos. Su hermana lo mismo. Se empotra contra los coches aparcados pero no le consta que sepa conducir, no sabe si esa noche salió. Además, todos se adoran y son superfelices jugando al frisbi en el país de las piruletas.
Hubo un momento en que creí que Sofía se iba a cabrear y se iba a poner a escribir. Pero qué va. Nunca acabó de pillarle el tranquillo al español.