Opinión

Errores afortunados

CUANDO ESTABA en COU un conocido pidió a Discoplay (¡ay, el Discoplay!) un disco que lo estaba petando de Tracy Chapman. Caprichos del destino, lo que le llegó fue ‘El fantasma de la ópera’. No sé por qué, lo grabé y resultó ser impresionante. Aprendí a tocarlo íntegro en la flauta, incluida esa parte final tan complicada. Fue un error con final feliz en lo que podríamos denominar un precursor del comercio por internet. Ayer leí este titular: «La
mitad de los españoles no compra por internet porque no se fía». Me perdonará mi colega que lo haya hecho, pero a mí me llama muchísimo más la atención puesto del revés: «La mitad de los españoles compra por internet porque se fía». Yo mismo redacté una noticia, hará un par de años, de un tipo que compró una desbrozadora online y lo que le llegó fue un jamón. Casi cada semana les ilustramos con ventas fraudulentas que acaban en los juzgados. Son excepciones, me dirá. Y así es, ¿pero cómo es que a nadie le llega ‘El fantasma de la ópera’ del siglo XXI? Algo que sin haberlo pedido, le cambie la vida para bien. Un error afortunado. Si le pasa, aunque sea para bien, hágame caso: mire el cargo en la tarteja de crédito.

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