Opinión

El sueño y la voluntad

ENTRE LAS muchas cualidades que adornan a mi compañera y a pesar de todo amiga Susana López se encuentra una que la emparenta con Napoleón, que es la de dormirse y despertarse a voluntad. El corso canijo reclinaba la cabeza en un orejero de los butacones que le llevaban a la batalla no más de tres horas y listo. En eso Susana le supera con mucho, tal vez porque no viene de París sino de Ferreira y no tuvo butacones con orejeras aterciopeladas: En su caso es muy capaz de dormirse diez minutos o un cuarto de hora a lo sumo y logra entrar en fase REM. Se despierta tan lozana que muy bien podría dirigir la batalla Austerlitz. Algún día no solo la vi dirigirla sino también protagonizarla. Por eso me llama la atención que a su vez a ella le llamen la atención las siestesillas. Son una especie de reclinatorios públicos en los que echar una cabezada mientras andas por ahí haciendo tus cosas. Las siestesillas son un invento que solo podría darse aquí o en Alemania, donde las palabras expresan ideas y situaciones largas y complejas como esa: una silla reclinable para echar la siesta. Una auténtica chorrada. Sospecho que a ese invento pronto le llegará su Waterloo.

Comentarios