Opinión

El sonido nos confunde

UN PUESTO del mercado de los miércoles de Ribadeo organiza a la clientela con tiques con número. Es de carne, embutidos, empanadas y cosas así, apropiadas para la cuaresma. Cada vez que le despachan unos torreznos a alguien, para dar paso al siguiente suena el mismo sonido que cuando en el hospital te llaman para que te quiten sangre. No hace falta que les diga cuál de los dos tiene más clientes. Para los que fuimos alguna vez a que nos sangrasen, es bastante inquietante. Vas paseando por el mercado echándole el ojo a unas patatas libres de couza guatemalteca y de repente te asalta cierta aprehensión y te sale el gesto de remangarte la camisa sin que sepas por qué. Si te paras a mirar un buen rato te das cuenta de que buena parte de la gente que compra allí los miércoles luego tiene que pasar por el otro lado a comprobar qué tal le sentaron los chorizos. La similitud sonora es un atraso para la medicina porque los clientes se confunden. Les llaman para cartografiarles los triglicéridos y la bilirrubina y a ellos se les vienen a la cabeza unos salchichones y una empanada de carne. Uno de los dos debería cambiar de sonido y las colas para las morcillas son algo muy serio.

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