Opinión

El regalo de Hawking

NO ME faltaban ni cuarenta páginas para acabar La historia del tiempo cuando en el verano de 1989 se me olvidó en la playa de los Castros y allí se le agotó su tiempo de verdad, víctima de la marea. Pensé que era uno de los pocos triunfos que la Geología conseguiría arrancar a la Física. Pero fue suficiente para que siguiese desde entonces a Stephen Hawking. Entre las diatribas varias con que lo despidieron ayer se dejó de lado algo imprescindible: era un cachondo mental. Alguien perfectamente consciente del porqué de su celebridad: "Nadie puede resistirse a la idea de un genio tullido". Para curiosos, destinó un rato a resolver eso de qué fue antes, el huevo o la gallina... Se supone que ahora tengo que escribir la solución ¿no? Pues no me da la gana. Que sí hombre, fue la gallina. Si quiere más detalles, búsquelo por ahí que lo explicó en un documental de la tele.

Destinó un rato a resolver eso de qué fue antes, el huevo o la gallina

Me da algo de pena que su pensamiento se diluya porque por muchos minutos que le dediquen las noticias, no haremos ni caso a sus vaticinios, como eso de cuidar el planeta "porque de momento es nuestro único hogar". 

Dijo tener mucho que hacer antes de morir e hizo algo impresionante: dejar en ridículo a la esclerosis.

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