Opinión

El proceso de olvidar

ALGUIEN ME sugirió hace un tiempo un tema para una de estas columnas. Era una sugerencia realmente buena, de esas que abren un abanico de posibilidades. Pero la olvidé. Cada vez que no se me ocurre nada para poner aquí me esfuerzo en recordar aquello. Pero no hay manera. Pasaron las semanas y decidí dejarlo por imposible. Es paralizante lo sencillo que resulta olvidar en comparación con lo complicado que es recordar. Una vez me presentaron a un tipo en Madrid. Cuando lo hicieron el hombre dudó de si nos habían presentado ya y su novia, con gran pedantería, zanjó la cuestión: «¡Qué va! Todo el mundo se acuerda de ti». Todo lo contrario, Paloma, querida. Todo el mundo se olvida de ti, de tu novio y desde luego de mí.

El domingo un suplemento abría así: «El legado de Nadal». Descorazonador. Nadal está acabado, aunque aún juegue nos importa una higa porque percibimos que no volverá a ganar nada. Ese titular se trata solo del eufemismo que nos recuerda que ya le habíamos olvidado. ¿Y sabe qué? Lo peor es que es cierto: ni siquiera Djokovic lo imita ya aflojándose la bragueta del pantalón. Pronto olvidaremos también que él es un payaso.

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