Opinión

El mundo de las sombras

HAY INVENTOS de los que uno no sabe qué pensar. Entre Google y Facebook abarcan el 95 por ciento de todas las actividades diarias del mundo entero. El 5 por ciento restante queda para los servicios de espionaje. A día de hoy para cualquier organización gubernamental ultrasecreta o para un cártel de la droga es mucho más práctico tener en nómina a un buen ingeniero informático que a un torturador experimentado con conocimientos básicos de medicina extraído de un suburbio infecto tras el asesinato de toda su familia. No sé cómo, pero mientras yo escribo esto alguien vigila desde Wiscosin o cualquier otro lugar igualmente absurdo que no pronuncie el nombre de Edward Snowden en vano. Solo por escribirlo aquí, esta columna será remitida en un mail encriptado a la embajada soviética en Madrid, donde el ingeniero informático mencionado anteriormente rastreará alguna conexión bolchevique en mis antecedentes con el fin de colegir si soy una amenaza real para su seguridad o solamente soy lo que parece: un payaso sin nada mejor que hacer. Por si acaso, mañana miraré si ante mi casa está aparcada la furgoneta de reparto de una floristería.

Comentarios