Opinión

El fútbol no es así

NO ME extrañaron las lágrimas de Buffon al quedar Italia fuera del Mundial. Ni las de sus compañeros. Para una gente cuyo horizonte laboral se sitúa en los 37 años perderse algo que solo pasa una vez cada cuatro no es cualquier cosa. Y luego está el orgullo. Y el dinero que palmas. Y que te llamen inútil cuando sales a comprar el pan, en el dudoso supuesto de que los futbolistas profesionales de las grandes ligas europeas tengan a bien bajar a por una barra. Sí me asombraron los reclamos de los italianos de a pie antes del partido contra Suecia y sus profundas argumentaciones sobre por qué iban a clasificarse: «Somos Italia», dijo una chica, «¿cómo no vamos a ir al Mundial?». Otro con aspecto de recién parido en Dolce & Gabbana fue más lejos: «Tenemos cuatro campeonatos del mundo». Dejando de lado la falta de respeto por los suecos, que también tendrían algo que decir (de hecho lo dijeron bien claro), es sorprendente el argumento: jugamos con gomina y llevamos las camisetas marcando estilo. Para ser italianos se les olvidaron las lecciones de sus antepasados lejanos: «Mutatis mutandis». O de otros más recientes pero ilustres, como Rafaella Carrá: «Ma che cosa fai?».

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