CUANDO ESCRIBO esto ando preocupado por Julen Lopetegui, el entrenador del Real Madrid. Vive una situación desesperada. Es bastante probable que para cuando usted lea esto ya se haya quedado sin empleo. Un drama social. El club le tendrá que pagar 17 millones de euros, dejándole como quien dice a los pies de los caballos.
Es dudoso que mañana alguien vea a Lopetegui en la cola de alguna oficina del Inem. Ni siquiera en la de Pozuelo de Alarcón, que creo recordar que es el municipio con mayor renta per cápita de toda España. Allí en el Inem buscan empleos para directores de recursos humanos, altos ejecutivos del FMI, inversores de bolsa en Hong Kong o promotores de campos de golf.
Mientras tanto, Julen está abatido porque su agente ya le habrá expuesto sus opciones: entrenar al Málaga. Eso le preocupa porque tal vez un día Mourinho diga de él lo mismo que de Pellegrini: «Si yo me voy de aquí no me iré a entrenar al Málaga». Eso duele incluso con 17 millones en caja, claro que menos que si lo dice de usted, que tiene 17.000. Son los problemas de los ricos. Con la desolación de Lopetegui yo montaría un fiestón. Él también, pero tiene que poner cara de culo.
