Opinión

Caprichos de la fortuna

LA PRIMERA vez que miré en el periódico si en casa nos había tocado la lotería, resultó que sí. El primer número que busqué, que además era un décimo, estaba en la pedrea. Por entonces yo no sabía nada de probabilidades y por lo tanto lo primero que hice fue mirar el montón de papeletas que había amontonadas sin revisar y me convencí de que estábamos a punto de ser multimillonarios. En aquel momento tampoco había oído hablar nunca de un suflé, por lo que no sabía con qué facilidad se desinflan. Aquel primer montón de décimos y papeletas lo remiré unas cuantas veces, porque no podía ser posible que solo uno de tantos números estuviese allí. Crecer es una basurilla para casi todo. Sigo acumulando números pero ya ni siquiera me toca un décimo en la pedrea. Y aún así, lo que verdaderamente me fastidia, la sensación que más me repatea, es que con el paso de los años fui creando callo hasta el punto de que ahora ya parto de la premisa de que no me tocará nada, algo que por otra parte se retroalimenta ya que casi siempre se cumple. ¿Que es mejor la salud? Pues claro. Pero hasta para eso se meten bolas en un bombo. Y cuidado, que tocan.

Comentarios