HARÁ CASI un año que leí un artículo larguísimo en una revista (Investigación y Ciencia) sobre cómo funcionan las casas de apuestas por internet. Por lo que pude entender, no trabaja prácticamente nadie en ellas. Unos matemáticos diseñan unos algoritmos que luego van analizando variables (resultados y estadísticas individuales) y deciden ellos solos. Aunque el artículo me pareció revelador, supongo que porque yo no juego nunca, el jueves el modelo quebró. Sus predicciones de favoritos para el Nobel de la Paz: Donald Trump o Kim Yong Un. Y no es broma.
No me alcanza cómo un algoritmo llega a inducir algo así, pero todavía menos qué humano que trabajaba allí no se dio cuenta de que con las máquinas llega un momento en que hay que pararles los pies y da igual que seas informático o pastelero: desenchúfala. Para ser tan listos, qué poco usan el sentido común. Sé que para ese Nobel en concreto está complicado encontrar candidatos dignos. Pero hombre..., es probable que Donald Trump desencadene la III Guerra Mundial. Y con esa piel naranja, para mí que es un extraterrestre. Eso lo invalida como candidato, una variable que no estaba en los algoritmos.
