Opinión

Análisis de riesgos

MI ÚLTIMO desvelo, quién me lo iba a decir, llega importado del mercado del arte. A Jaime Botín, cuyo apellido ya nos sitúa en un contexto desacostumbrado, la bromita de meter un cuadro de Picasso en un yate y hacerse con él a la mar puede costarle tres años de cárcel y, atención, 92 millones de euros.

Todo me llama la atención. Primero, porque debe de haber cabreado a alguien de verdad para que una jueza corrija su propia sentencia y ahora quiera meterle un puro sin precedentes. Segundo, no me alcanza la razón para entender que este señor, justamente este, quisiera vender el cuadro.

¿De verdad necesitaba el dinero? No creo que tuviera demasiados problemas para que le dieran un crédito. O si no, podía arramblar las llaves de una caja fuerte y simplemente cogerlo. Claro que si te dan un crédito luego hay que trabajar para devolverlo. Pero lo más intrigante de todo: ¿Quién iba a comprar ese cuadro?

Por si no lo ha visto, se llama ‘Cabeza de mujer joven’ y estoy convencido de que es uno de los cinco peores retratos de la espectacular carrera de Pablo Picasso. Pero los ángeles también comen judías.

Si te juegas una multa de 92 millones y 3 años a la sombra, que sea por un picasso de los que hicieron temblar París. Yo de Jaime Botín empezaría por ahí para dar con quien lo delató. Tal vez el comprador esperaba recibir ‘Las prostitutas de Avignon’ y se enteró de que le llevaba eso. No me da pena. Ahora comprende a los que hace años solo querían una cartilla de ahorro y se encontraron con las preferentes. 

Comentarios