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Que siga la fiesta

Se augura un complicado cambio de rumbo para las próximas patronales de Ribadeo

EL PASADO jueves contamos en la edición para A Mariña de este diario los movimiento del gobierno municipal de Ribadeo para replantearse la organización de las fiestas patronales. Urge atajar una serie de problemas expuestos también en este periódico al acabarse las fiestas, en el mes de septiembre, por los que el año pasado se montó un enorme revuelo popular. A la gente no le gustó un pelo cómo se desarrolló la última edición de las patronales. Ahora, el Ayuntamiento estudia la cuestión para tratar de corregirla de forma, dicho de una forma pedante, estructural. Es decir, no quieren parchear este año y el que viene ya se verá. 

Es lo que hay que hacer y una decisión valiente, así que ya se pueden preparar porque decidan lo que decidan les va a caer una buena. 

La más caliente de todas las patatas se ve venir rodando desde Sober: el lugar en que se celebran. 

Ribadeo es una de los pocas localidades de la comarca que dispone, en pleno centro, de un amplísimo parque diseñado primero como eje comercial y luego como zona de esparcimiento. Ahí se celebraron siempre las fiestas patronales. No hay que ser tan mayor para recordar cómo las orquestas se colocaban a ambos lados del Cantón y primero tocaba una y luego la otra. Después fueron alternando ambos lados de dicho parque, al que le pasa una calle por el medio en la que se colocaban los feriantes. 

Así estuvo la cosa durante décadas, hasta que hace unos años se trasladó todo en bloque al aparcamiento municipal que, como es fácil adivinar para quien no lo conozca, es, básicamente, una gran explanada. 

Enseguida empezaron los problemas. No es que no viva gente en El Cantón, que vive bastante, pero en los alrededores del aparcamiento vive muchísima porque está cercado de bloques de viviendas de la zona nueva. Son cientos y cientos las personas que se vieron afectadas inmediatamente por el ruido de las orquestas, las atracciones... Todo eso se fue más o menos tapiando hasta que en los dos últimos años la cosa se desmadró y hasta el alcalde tuvo que llamar a capítulo de un día para otro a algún empresario para que modulase el volumen o se atuviese a las consecuencias. 

Hay que decir aquí que al menos uno de ellos, justamente del que más quejas había, pasaba totalmente de negociar ese punto. En estas mismas páginas lo explicó a su manera: "La música es para que venga la gente a la atracción". Y luego soltó esa amenaza velada que queda tan mal: "Si no les gusta, nos vamos", como si en realidad le estuviese haciendo un favor al pueblo con su presencia y no un negocio. Porque, conviene recordarlo, los vendedores que se acercan a las fiestas lo hacen porque ganan dinero o de otro modo se quedarían en su casa, como es normal. Nadie hace un favor a nadie. 

Pero volviendo a lo de la ubicación de las fiestas, va a haber follón porque se elija lo que se elija nunca gusta del todo a nadie. 

Habría que ver hasta qué punto esta nueva localización es la responsable de un fenómeno curioso: el aparcamiento está ligeramente ladeado con respecto al resto del pueblo, así que por el centro apenas hay ambiente festivo. Hay quien dice que ese problema no es por tener las fiestas allí, sino porque el programa no es atractivo y, simplemente, la gente no se implica y no va a las fiestas. Seguramente habrá algo de todo. 

Lo del programa también va a ser algo particular porque nunca está a gusto de todos. Los que saben de orquestas dicen que las últimas que se trajeron eran muy malas. Alguna no sonaba particularmente bien, es verdad. Hinchar el número de días por hincharlo es un error grave porque provoca hartazgo, y el hartazgo provoca que al final la gente se enfade por cualquier cosa y todo le parezca fatal. Lo que antes empezaba a molestarte a las cuatro de la mañana automáticamente pasa a molestarte a las doce y veinte si llevas ya ocho días soportándolo. 

Estaría bien que eso se arreglase, que la iniciativa del Ayuntamiento tenga éxito y la cosa se reconduzca porque Ribadeo no debería seguir con unas fiestas patronales como las últimas. No ya por vacías de contenido, sino por vacías de alma, que es lo peor que les puede pasar. 

Cuando las cosas se hacen bien se ve que funcionan porque hay pruebas de que no solo funcionan sino de que son un exitazo, como la Fiesta Indiana, que en solo dos años consiguió arrinconar a las patronales y se convirtió en todo un espectáculo. Los organizadores del Carnaval consiguen llenazos con cada cosa que organizan así que lo de trabajar todo el año parece innegociable. Ese será otro punto clave.

EL GUSTO; Al final se demostró que sí se puede gobernar en minoría

EL ALCALDE de Foz, Javier Castiñeira, está destapándose como un auténtico fenómeno a la hora de gobernar en minoría y de conseguir sacar adelante iniciativas tan complejas como el presupuesto. Está utilizando armas tan poco corrientes como el sentido común, aunque también cierta astucia política. Como por ejemplo en esa astuta decisión de dejar en manos de la oposición las obras e inversiones que se vayan a ejecutar con fondos municipales para que sean ellos quienes las decidan, eso sí, por unanimidad. Eso está muy bien y verán como se evidencian cosas realmente sorprendentes.

EL DISGUSTO: El procesamiento judicial de Sonia Castedo se veía venir

LA RIBADENSE Sonia Castedo va a acabar finalmente en el banquillo de los acusados en su calidad de exalcaldesa de Alicante, cargo que ocupó rodeada siempre de una gran polémica y de sospechas continuadas que acabaron por sustanciarse en el proceso judicial que ahora está a punto de comenzar. Sonia Castedo sigue siendo visitante asidua de la villa ribadense, donde no gusta un pelo el espectáculo que da. En su pueblo está cómoda porque pasa desapercibida, pero poco a poco se va destapando una trama que amenaza con que, al final, vaya a acabar señalada con el dedo.

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