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El arte de la normalidad

ANTES DE NADA hay que agradecerle a Ana Pastor (la política, no la periodista) que preguntase expresamente por esta casa rodeada de medios asturianos. Esos detalles te predisponen. Lo hizo en una charla de las que organiza el instituto de Vegadeo que un día habrá que analizar más en profundidad cómo lo hacen para conseguir lo que consiguen siendo, al fin y al cabo, un instituto. No una sociedad ni un patronato ni una fundación. Ni siquiera una comunidad autónoma. Viendo su programa de actividades hacen que te preguntes seriamente para qué sirven nuestras delegaciones de cultura o las mancomunidades de municipios. Ellos hacen más, mucho mejor y gratis. Es pasmoso.

Su primera conferenciante de este año fue la política del PP. Es una lástima que no haya más como ella. Tanto en su partido como en los demás.

Ana Pastor vino a hablar del Congreso y habló de él, pero finalmente de lo que más trató fue sobre los políticos. No sé si fue una apreciación personal, pero en su discurso se notaban varias cargas de profundidad, alguna por cierto dirigida de forma intencionada hacia sus propias filas. A estas alturas, ella tiene garantizado el derecho a poder decir lo que quiera.

Primero se le notó cierto hartazgo. Se entiende que hacia Podemos. Usó infinidad de veces una palabra: "Respeto". La utilizó antes de llegar a la charla, en la reunión con los periodistas mencionada y durante su intervención ante la chavalería del instituto, que por cierto quedó algo sorprendida al poder asistir a algo con lo que seguro que no contaban: un elevado grado de normalidad.

Pero Ana Pastor es una señora muy inteligente. Así que no le hizo ascos a desmarcarse de algunas matizaciones sin ninguna duda lanzadas a su propia bancada, la popular. Interrumpió al moderador de la charla sin titubeos para aclarar algo cuando se tocaba el tema de cómo asistir a los plenos del Congreso: "No, no. Yo en ningún momento hablé de decoro. Yo nunca utilizo la palabra decoro porque no me gusta nada. Hablé de respeto. Cada cual puede ir como le enseñaran en su casa o como le venga en gana". El que quiera entenderlo, que lo entienda.

Eso sí, se lamentó de que "una nueva clase política" trate de buscar "más que la frase afortunada, la foto. Eso es para ellos lo más importante: la foto". No le falta razón a Ana Pastor. Mientras lo decía, yo ejercía sin hacerlo público mi derecho a matizar: No creo que lo hagan por falta de respeto, sino por adaptación al medio. El ejercicio de la política está cambiando y todos los partidos, el PP incluido, se están moviendo. El que lo hace más rápido es Podemos. Su grupo original eran estudiosos del tema y por eso saben del poder de la imagen y lo utilizan. Seguro que a veces se pasan, pero no me parece que sea por falta de respeto, sino por rendimiento puro y duro.

Luego llegó un tema singular: la vida de político. Dijo la presidenta del Congreso algo impresionante por su sinceridad: que en realidad allí no se hace política "como bien saben los alcaldes y los concejales", en referencia a que la política se hace en la calle hablando con la gente.

En este punto hablaba y dejó caer que lo hacía de alguno de los suyos. Sería una suerte saber de quién. "A veces hablo con unos cuantos que llegan allí y los veo que actúan como si estuvieran por encima del nivel del mar, como digo yo. Parece como que están dos metros por encima de los demás, cuando debería de ser justamente al revés, porque allí estás al servicio de quienes te colocaron".

Bueno, huelga decir que cualquiera por la calle le daría un abrazo a esta mujer por representar la institución que representa y decir lo que dijo. Además, cualquiera que haya coincidido con ella alguna vez, siquiera en conversaciones privadas, puede comprobar que ella ejerce ese principio de cercanía con total normalidad. Lo admitió luego, cuando explicó que la cercanía es algo imprescindible, "saber lo que le hace falta a la gente".

Luego fue cayendo en algún agujero negro, como cuando comentó que cualquier diputado en Cortes puede presentar "cualquier iniciativa que un vecino le comente por la calle". Hombre, ahí se le fue un poco la mano, porque una cosa es lo que hay sobre el papel y otra muy distinta la realidad de los hechos, y eso nos llevaría a que nuestros diputados ni siquiera pueden hacer todo lo que piensen en conciencia porque existe algo llamado disciplina de voto que se ejerce con vara de hierro. Y precisamente su partido es la formación que la ejerce con más arte y con plena efectividad.

EL GUSTO Un trabajo del que se esperan muchas cosas, cada dos años
LA NUEVA gerente del Hospital da Costa lo conoce muy bien. Se trata de una persona que lleva ya tiempo allí y que conoce perfectamente las necesidades que tiene. Le toca además un periodo en el que tendrá que lidiar con la ampliación del centro. Es una ampliación singular y también habrá que ver cómo gestiona María José Cortés alguna de las prioridades que se marcó su predecesora. Porque es importante también la tendencia que tiene cada cual de cara a ir avanzando en las cuestiones que se plantean en un ecosistema tan complejo como es un hospital. Y este es bastante complejo.

EL DISGUSTO La comunicación de las restricciones a los gallineros
LA CONSELLEIRA de Medio Rural dejó caer las medidas que en Ribadeo y Trabada los vecinos tendrán que tomar contra la gripe aviar. Se hizo de forma somera, sin explicar que tendrán que cubrirlos, que no podrán dejar a las gallinas comer fuera, que tendrán que vigilar lo que beben y dónde o que no podrán llevarlas a vender. Luego explicaron que se les había enviado un mail a los alcaldes y, efectivamente, así fue. Pero se trata de algo muy serio, bastante como para que alguien venga a explicarlo, que entre patatas y ahora gallinas, no se gana para disgustos. No hacerlo no es nada elegante.

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