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Conectar con Madrid

Un homenaje esta lunes rescata en parte las viejas conexiones de Ribadeo con la capital

ESTE LUNES A LAS SIETE y media de la tarde, y esto es un poco de autobombo, otros tres seres humanos y un servidor vamos a permitirnos el lujo de poner una placa (en sentido estricto la pone el Concello, que la encargó y pagó) en un edificio de Ribadeo que albergó la primera farmacia de Galicia regentada por una mujer. Fue Manuela Barreiro Pico, que empezó con el negocio en 1903 y le duraría tres décadas, un chollo que abandonó en circunstancias algo extrañas. O tal vez no. Pero el velo de los años acabó por correr sobre la realidad un velo difícil de despejar.

Es increíble la historia de esa mujer y cómo llegó primero a conseguir un hueco en la facultad de Farmacia de la Universidad de Santiago y ya no digamos para hacerse después con una farmacia propia. Hay que decir que se fue a estudiar sin tener la seguridad de si luego podría trabajar en lo suyo.

Ésa es una parte de la historia interesante porque su padre escribió por dos veces a un ministerio de la época (Instrucción y Bellas Artes, se llamaba entonces) para preguntar si podía matricularse y llegó a preguntarle al mismísimo ministro que qué pasaba con su hija, que si podía currar o qué. Nunca le contestaron, así que la familia siguió adelante con todo. Matriculó a la niña por libre y luego le compró una farmacia bien situada. Al final, las cosas se torcieron y Manuela tuvo que marcharse de Ribadeo. Pero esa es otra historia. Si alguien lee esto y este miércoles a las siete y media quiere pasarse por la zona del bar El Cabás, en San Roque, que sepa que será bien recibido.

Pero detengámonos un momento en esas circunstancias aparentemente tan pintorescas: un padre de familia escribió desde Ribadeo a un ministro para preguntarle si podía matricular a su hija en una universidad y, después, si podía ejercer como farmacéutica. En este caso vamos a dejar de lado el anacronismo machista implícito en que todo ello se derivó del hecho, como ya habrán supuesto, de que Manuela era mujer. Nos quedaremos con la circunstancia de escribir a un ministro, algo que hizo con aparente normalidad. Bueno, puede que normalidad no, pero tampoco parece que fuera como clavar unas reglas de comportamiento en una iglesia alemana para poder fundar una nueva religión.

Me gusta esa parte de la historia porque parece mostrar que en algo debemos de haber retrocedido. Para empezar. Si a día de hoy a un ciudadano de a pie se le ocurre escribir a un ministro las posibilidades de que su carta le lleguen son prácticamente ridículas. Luego, la realidad es que a muy poca gente se le ocurre escribir a los ministros. El sistema se vició hasta el punto de que vas a hablar con el alcalde o con cualquiera, pero solo en situaciones desesperadas nos da por hacer cosas así. Tan desesperadas como que acaban en el cine, como esa película de Pídele cuentas al rey, que por cierto es muy recomendable.

Las cartas acabarían ahora en una maraña de subdirectores, directores generales, subsecretarios, secretarios, asesores, asistentes personales o meros recepcionistas que, o es muy muy gorda la cosa, o no llegarán a su destino.

Pero en aquella época, y eso se extendió durante bastantes años, hubo una especie de línea más o menos directa entre Ribadeo y Madrid que funcionó realmente bien. Hasta Leopoldo Calvo-Sotelo duró. Sus hijos, aunque alguno de ellos ocupan cargos importantes en el Ejecutivo, ya no ejercen ese ribadensismo que sí impulsaba su padre con bastante fervor.

Hubo familias de origen ribadense con influencia muy notable en Madrid. Por ahí siguen los Del Pino, pero en las mismas circunstancias que los Calvo-Sotelo: las generaciones van pasando y los vínculos ya no son los mismos.

Ribadeo fue cuna de embajadores y sagas enteras se movían por los ministerios. La fugaz ministra de Cultura con Zapatero, Mercedes Cabrera, enviudó de un prometedor filósofo ribadense, Alfredo Deaño, a su vez sobrino de Dionisio Gamallo, dueño de una larga retahíla de amistades en el mundo de la cultura.

Pregunten casi a cualquier alcalde de Ribadeo y les responderá que siempre fue más sencillo arreglar cosas en Madrid que en Santiago. Ahora que se marchó, Balbino Pérez Vacas es muy claro al respecto.

Las malas lenguas, y que en Ribadeo somos muy chovinistas, dicen que esto sucede porque Fraga tenía envidia de Ribadeo y prefería llevar cosas a Villalba. Es una explicación arriesgada pero muy integrada en el inconsciente colectivo de Ribadeo.

Sea como fuere, ojalá volviésemos a tener, todos, hilo directo con los ministros.

EL GUSTO: El impulso de Darío Campos al concello de A Pontenova

EL PASADO martes Darío Campos anduvo de visita por el municipio de A Pontenova. Lo hizo en su calidad de presidente de la Diputación, aunque es evidente que en realidad resulta complicado no confundir ese cargo con el de alcalde cuando de lo que se trata es de hablar con los vecinos sobre cómo van las obras que se están ejecutando. En este caso no es ninguna broma porque la inversión realizada asciende al millón de euros, casi todo en tres aspectos fundamentales, que son la reparación de carreteras así como los servicios sociales y el empleo. Paseos así no se dan todos los días.

EL DISGUSTO: El aviso de la edil del PSOE ribadense resultó ser cierto

LA PORTAVOZ del PSOE ribadense, Aurora González, advirtió en el último pleno de la corporación municipal que los miércoles, día de mercado en la localidad, se estaban produciendo numerosos robos y presentó un ruego apuntando que era necesaria una mayor presencia policial para evitar esas situaciones. Lo cierto es que resultó ser cierto y los dos últimos miércoles hubo episodios de estas características, aunque no estrictamente en el mercado, sino en otras calles. Uno a las cinco de la tarde y otro a las diez de la mañana. O sea, a plena luz del día. Hay que atender el ruego de Aurora González.

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