Opinión

La troika del Ángel Carro

LAS oficinas del Ángel Carro no están en Bruselas o en Berlín. En el sillón presidencial del Ángel Carro no se sienta Angela Merkel, Mark Rutte o Christine Lagarde. Pero como la troika cuando impone su mano de hierro en Europa, los despachos del Lugo no suelen tener demasiada empatía ni ofrecer demasiado crédito en los últimos años.

La memoria debería bastar para que la paciencia de todos con el trabajo de Juanfran fuera una virtud que aplicar al Lugo. Con el técnico valenciano a los mandos el equipo se mostró fiable en el mes de julio. Su impronta fue inmediata para salvar a un equipo moribundo, obrar un milagro y amasar puntos en la tabla para continuar en Segunda División. El apoyo del vestuario, incondicional con el actual preparador rojiblanco; el recuerdo de la grada, que suspiró por su continuidad en el verano; una plantilla recién conformada con fichajes tardíos y un calendario complicado deberían ser cláusulas que ofrezcan una merecida línea de crédito mayor para un entrenador que busca repetir el pasado en el presente. Pero el balance de la Liga dictó sentencia.

Comentarios