Opinión

Ser diferentes en Europa

EL CONCEPTO de Europa como estado de bienestar, democracia e igualdad agoniza. En realidad hace muchos años que esto ocurre pero Europa, como la zorra, supo ocultar sus debilidades hasta ahora. La crisis económica, los refugiados y el terrorismo yihadista la despojaron definitivamente de su máscara amable. Hagamos un sincero ejercicio de introspección. ¿Quién no tiene prejuicios con los diferentes (magrebíes, gitanos, morenos en general, indigentes... Quedémonos con este nombre: diferentes)? Nadie, contestamos todos. Nosotros, nuestros gobiernos, tribunales y medios de comunicación somos ecuánimes y odiamos el racismo. Somos Europa. Resulta curioso que en los hogares, en las reuniones de amiguetes, en los bares... se escuche el «había que echarlos o todos», «aquí no hay trabajo para ellos», «algunos son como nosotros»... y soy muy modosito. Las portadas de periódicos y telediarios abren con la sangre de los diferentes, ya que mostrar esta de forma notoria no importa. No es un drama. No nos duele igual. Tratamos a los diferentes como los pelagatos de la sociedad. Los despreciamos y deshumanizamos, obviando que comparten nuestro DNI y que, por ende, si hubiere alguna diferencia habría que buscarla en los rasgos físicos. Pero... ¿no habíamos quedado en que odiábamos el racismo? Introspección acabada. Conclusión: ser diferente es una calamidad en esta Europa que no es tan guay como aparenta.

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