Opinión

Recreativo o Real Unión

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Cuándo éramos chavales teníamos un equipo de fútbol en el barrio, el Montirón de Abajo. Jugábamos una liguilla —no federada, obviamente, pero igualmente notable para nosotros— contra los Panteras de Balbi, los Dragones de Herrán y ¡cómo no! contra Montirón de Arriba. Para evitar confusiones, decidimos cambiarle el nombre por Real Unión de Montirón, imitando el del conocido equipo de Irún. Una denominación magnífica, regia, digna del líder del campeonato. Y así fue pasando la vida.

Pocos años después, el primo Julián y el tío Manolo tuvieron la brillante idea de que una escuadra del barrio disputase la Liga Centro, una competición en la que participaban equipos del fútbol modesto de Lugo y alrededores —Peñarol de Pías, Tirimol, Saavedra...—. Hubo que crear un club y federarlo, claro, y de nombre se escogió el que ya teníamos los efebos: Real Unión de Montirón.

El problema surgió cuando se fue a inscribir el equipo en la Federación Gallega. No se admitió la denominación porque lo de 'Real' tenía que concederlo el Rey. ¡Qué bochorno! Como solución de urgencia, provisionalmente se cambió la filiación por Recreativo Unión de Montirón hasta resolver el entuerto. Creo recordar que se mandó una carta a la Casa Real explicándole el caso y esta contestó que "lamentablemente" el club todavía carecía de «entidad suficiente» para merecer tal honor.

Como los carnets de socios ya se habían entregado y todos conocían el equipo como Real Unión —incluso se había jugado el primer partido de su historia, un amistoso en Castroverde—, se dejó correr el tema. Hasta las crónicas de El Progreso ponían el nombre oficioso. Aun así, en el seno del conjunto se respiraba la fragancia del desencanto por aquella misiva real. «Non nos queren», decían los directivos en ‘petit comité’.

Aquella primera temporada del conjunto de elástica dorada fue de toma de contacto con aquella durísima Liga. No hubo fichajes; todos los jugadores a disposiciónde Manuel Rodríguez, un hombre de la casa, éramos del barrio. Para Chicho y para mí, con 15 años recién cumplidos, fue toda una odisea tener que sortear las tarascadas de tantas viejas glorias del fútbol provincial. Nuestras piernas lo testifican todavía hoy; besar la tierra del viejo Polvorín era sinónimo de sangrar.

Compartí vestuario con seres maravillosos, aunque algunos no estaban hechos para aquello del fútbol, como los voluntariosos Fito, Luis del 18, el propio presi Julián y Eduardo Balboa, incapaz de jugar con sentido la pelota, pero con el lema «pasa o balón, non o tío» siempre presente. Otros ya tenían una trayectoria deportiva, como Cholo —hoy conocido por Merodio, un portento físico—, Ricardo, Ventosinos o nuestro portero Fernando Campelo, todo fuerza y coraje, auténtica esencia de Montirón: rudo envoltorio, tierno corazón.

Gonzalo, Suso el Toro, Moncho de la Reixa, Domingo, Alberto, Horacio... Aquel grupo, ya fuese Real o Recreativo de pila, sí hacía honor a su apellido: Unión. Cada partido era una fiesta, con prácticamente todo el barrio en las gradas, ya jugase en casa o fuera —«como non han ganar estos, ho? Teñen afición», se escuchaba en esos campos del Señor—. ¡Enormes recuerdos, ains!

El club, aunque sin actividad deportiva desde hace varios lustros, aún debería seguir exisitiendo en los archivos de la Federación como Recreativo Unión de Montirón. Afortunadamente, porque ¡cuántas vueltas da la vida, vaya! ¿Qué pensarían hoy aquellos directivos del equipo, apesadumbrados entonces por la negativa de la Corona, si supieran?

Si supieran que el yerno se fue a la cárcel, que el emérito se iba a cazar y ‘cazar’ mientras que sus súbditos pasaban hambre, que tuvo que abdicar por unos ‘asuntillos’ financieros, que Felipe se vio obligado a renunciar a la herencia de su padre, que el CIS no se atreve a preguntar desde hace años qué opina España sobre la monarquía y todo los demás.

Tengo el convencimiento de que el quid de la cuestión no es tanto si la gente desea una república o una monarquía sino que esta monarquía nuestra —esta— ya ni es querida ni respetada ni da confianza. En consecuencia, eternamente Montirón, por siempre Unión y mejor Recreativo que Real; tiene menos boato pero es más real, más como yo, más como todos.

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