Opinión

Morir a las puertas del cielo

EL MUNDO rico ha contemplado inmisericorde durante años como miles de inmigrantes africanos —principalmente subsaharianos— dejaban sus vidas a las puertas de su cielo, esto es, de un futuro mejor, sin guerras, hambre, medicamentos... La poliédrica percepción de la realidad hace que sus anhelos se hayan convertido para nosotros en un infierno —dígase desempleo, precariedad laboral, recorte de prestaciones sanitarias y/o sociales, tener menos perrillas en el bolsillo...—  desde el inicio de esta crisis económica que parece no tener fin. Europa dice ahora que “no hay excusas” y anuncia más recursos para tratar el tema, amén de una cumbre extraordinaria. Ojalá los políticos estén lúcidos y ejecuten las medidas apropiadas, porque lo que parece evidente es que subir los muros/vallas o llenarlos de cuchillas (hechos probados) o que la Policía asista sin conmiseración al vía crucis de estas gentes por el mar (hechos en estudio) no ha funcionado. El 17% de la población mundial posee el 80% de la riqueza y, por lo visto hasta el momento, el 100% de la insolidaridad. Que el Mediterráneo no ahogue también las voces de nuestra conciencia.

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