Opinión

El santuario de Asunta

NI VOY a prejuzgar ni tan siquiera a hacer juicios de valor sobre los presuntos asesinos de Asunta Basterra. Me interesa hablar del espontáneo santuario en el que convertimos la cuneta de la pista forestal de Teo en donde fue encontrado el cadáver de la pequeña. Velas, flores, peluches, carteles... para iluminar de humanidad tan lúgubre lugar. ¿Qué queremos expresar: sensibilidad, conmiseración, fe...? ¿A quién van dirigidas estas señales: a la niña, a su familia, a sus amigos, a nosotros mismos...? ¿Por qué lo hacemos: tal vez para sentirnos mejor y pensar que los malos son otros? ¿Por qué tiene que pasar algo así para que logremos empatizar con el prójimo? Un señor barbudo dijo hace mucho tiempo: «Amaos los unos a los otros». No puede ser tan difícil, religiones al margen. Asunta, bendita, ya no necesita santuarios. La mejor forma de honrarla es que nunca más suceda algo parecido.

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