Opinión

Urea en la leche

PARA EL productor lechero resulta una herramienta práctica para controlar la proteína y la energía que se aporta en la ración el conocer los valores de urea en leche de su explotación. El análisis de urea en leche puede ser usado como indicador de problemas potenciales en la alimentación de las vacas. La urea es otro componente más de la leche y por comparaciones con los contenidos de grasa y proteína en un momento dado, se pueden identificar problemas nutricionales. 

Desde el punto de vista digestivo, la urea es el producto final o de deshecho del metabolismo de las proteínas. La mayor parte de la proteína ingerida se degrada hasta amoníaco (NH3) por acción de los microbios del rumen. El amoníaco es utilizado más tarde por estos microorganismos para sintetizar sus proteínas, que pasan al intestino como proteína microbiana. La eficiencia de conversión del amoníaco en proteína microbiana dependerá de la cantidad y tipo de energía fermentable presente en la panza. 

El amoníaco no utilizado por los microorganismos ruminales es tóxico para los animales y el hígado elimina esta toxicidad convirtiéndolo en urea, que en su mayor parte se elimina en la orina, pero una pequeña fracción circula por la sangre y se difunde por la mama en la leche. La urea en leche varía por diferentes motivos, entre ellos el clima, la raza, el periodo de lactación, el número de lactaciones y, sobre todo, la alimentación. 

En las explotaciones lecheras, los niveles de urea en leche nos dan una imagen general de la dieta proteica suministrada a las vacas en lactación, pudiendo poner de relieve un desequilibrio en la ingestión de proteínas respecto a la ingestión de energía. 

Es un error común encontrar un exceso de proteína en la dieta. Normalmente se observa un exceso de proteína aportada en la dieta respecto a las necesidades teóricas en casi todos los sistemas de producción, especialmente en los rebaños en pastoreo, con una alimentación en base a forrajes verdes ricos en proteína y bajo aporte de energía. En los sistemas intensivos y semiintensivos este exceso de proteína está relacionado con una alta ingesta de alimentos y concentrados con alto contenido proteico. 

Las consecuencias del exceso de proteína en la dieta ocasionan un mayor gasto en alimentación, que no se traduce en un incremento en la producción de leche o en el porcentaje de proteína en la leche. También aumenta el Nitrógeno en heces y en orina. Una explotación con 30 vacas que producen 26 litros/día de leche al 3,12% de proteína e ingieren 3.250 gramos de proteína al día puede llegar a representar una pérdida de 11,8 kilos de proteína al día (168 kilos de soja). Se incrementa el gasto energético de la vaca, ya que transformar el amoníaco de la sangre en urea le supone al hígado un gasto energético extra, y tiene una posible influencia negativa en la reproducción. Además, se incrementa la emisión de gases de efecto invernadero. 

En cuanto a la interpretación nutricional de los valores de urea en leche, se consideran óptimos entre 210 y 320 miligramos de urea por litro. Para interpretar correctamente los valores debemos asociarlos a los porcentajes de proteína en leche, de forma que cada nivel de urea se lleva a cabo a la luz del contenido en proteína en leche. 

En general, contenidos de urea inferiores a 210 mg/litro (nivel bajo) se relacionan con un bajo consumo de proteína. Urea baja y proteína en leche inferior al 3% suele estar asociada a dietas pobres en proteína y energía (elevada proporción de forrajes pocos digestibles, con menos del 105 de proteína sobre materia seca y bajo aporte de concentrado). 

Urea baja con concentraciones de proteína en leche superiores al 3% reflejan raciones con bajo aporte de proteína soluble y alto en energía. Estos valores son propios de dietas con un elevado aporte de concentrado, ensilado de maíz y bajo aporte de ensilado de hierba. Podría corregirse con la adición de forraje verde. Concentraciones entre 210 a 320 mg/l (nivel medio) son considerados óptimos, indicando un correcto equilibrio entre los aporte de proteína y de energía, tanto en su contenido como en sus tiempos de degradación. Es posible aumentar la concentración proteica más allá del 3,2% (si el potencial genético de las vacas lo permite) mediante un suministro superior de energía. No obstante, un incremento de proteína debe ir acompañado de un incremento de energía y al revés. 

Cuando la urea supera los 320 mg/l (nivel alto) y la proteína de la leche es inferior al 3% puede ser un reflejo de la dieta que contiene altos porcentajes de proteína bruta y bajo aporte de hidratos de carbono fácilmente fermentables. Contenidos de proteína en leche superiores al 3,2% pueden estar asociados a dietas con altos niveles de proteína en su fracción degradable en rumen y de energía. En este caso, reducir la urea en leche implica modificar los ritmos de degradación de la proteína y energía que componen la dieta.

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