Opinión

Perfectos idiotas

Miguel Bosé
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HAY PERSONAS dolorosamente necesarias. En realidad, estaríamos mucho mejor sin ellas, que dejaran de ser imprescindibles sería un indicio de que esta cosa nuestra que llamamos sociedad avanzaba firme hacia el seguro y anodino territorio de la convivencia. Pero mientras, no se puede mantener la vista puesta en ese camino hacia la utopía sin ellas, sin esas personas que nos reconducen cuando ya pisamos cuneta o que nos azuzan cuando relajamos el paso. Es ese tipo de persona que solemos conocer como el perfecto idiota.

En mi caso, hay dos perfectos idiotas que me ayudan a reorientar mis objetivos cada vez que me desvío. Es escucharlos y ser consciente de inmediato de que tengo que reforzar mi aportación, por pequeña que sea, para que la sociedad pueda deshacerse de los de su especie lo antes posible y no se vea atormentada en el futuro por otros como ellos. Que me hierve la sangre, vamos.

Uno de ellos es Miguel Bosé, niño mimado del franquismo y el único maricón que en aquellos días trágicos del final de la dictadura y de la Transición pudo serlo no solo sin temer represalias, sino contando con el apoyo generoso del régimen y los medios de comunicación públicos. Él ahora llama a aquello "libertad", y asegura con su voz de yonki caprichoso y piscina privada que entonces se era mucho más libre que en la España actual. 

A ver, alma de cántaro, que eres un homosexual que se casó con su pareja y se compró cuatro niños como quien compra un bolso de Gucci y que en lugar de estar en prisión por tráfico de seres humanos acaba de ser contratado para un programa de TVE. Que te quejas de que "ese derecho constitucional que nos ampara a expresarnos y pensar libremente […] ha desaparecido, como muchos otros han desaparecido hoy en día", pero lo haces con el altavoz de los programas más vistos del país.

Para mí no habrá finalizado la Transición hasta que Bertín Osborne esté en una residencia pública de ancianos

La libertad que echas de menos, Don Diablo, es que no te dejamos seguir chorizándonos y Hacienda te reclama un millón en impuestos impagados, por lo que has tenido que vender la mansión que te dejaron tus padres. Y lo que no acabas de entender es que esa libertad de expresión y opinión ahora se ha extendido a todos, no solo a los de tu clase como antes, por lo que si sales libre y desbocado diciendo estupideces sobre el covid o en contra de las vacunas, el resto somos igual de libres para opinar que eres un perfecto idiota.

Otro niño mimado del ecosistema más casposo que ha sobrevivido hasta ahora es Bertín Osborne, el epítome del "cuñao". Para mí no habrá finalizado la Transición hasta que este hombre esté en una residencia pública de ancianos.

El señorito andaluz que mejor ha representado al gañán ibérico tiene una inagotable colección de idioteces expresadas con la gravedad de una clase doctoral de Historia. Esta ocasión viene a removerme las tripas con un vídeo sobre una profesora que ha decidido no celebrar en su clase con los niños el día del padre, sino el día de las personas especiales. 

En su cerebro abotargado de cruzado de las esencias patrias no cabe la idea de que a un niño pueda incomodarle la perspectiva de celebrar a un hombre que a lo mejor ni conoce, o que lo maltrató a él y a su madre o al que no ve desde que tenía seis meses. El resumen de su argumento es: "¡Estamos locos!", aderezado con insultos hacia la profesora.

Ambos, Bosé y Bertín, comparten la idea de que antes había más libertades que ahora. Yo, por el contrario, opino que todavía deberíamos pulir algunas más, hasta que la convivencia de la sociedad alcance el grado de perfección que otros han alcanzado como idiotas.
 

MUNDOS PARALELOS
Tentación. VICTORIA RODRÍGUEZ
Tentación. VICTORIA RODRÍGUEZ
Por el poder de la proteína, yo te convoco
Llevo en Galicia más años que los cañones del Sil y todavía no he dejado de sorprenderme del poder de convocatoria de la comida a calderos. Tiran más dos criollos que dos carretas. Este fin de semana ha sido en As Gándaras. Maravilloso.

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