Opinión

El desgarro

Tito Rafi
photo_camera Tito Rafi. EP

VOSOTROS NO lo entendéis, porque sois muy de juzgar a la ligera, pero hay muchas personas en este país que nos identificamos con Rafael del Pino, que nos vemos reflejados en su dilema, que lo acompañamos en su desazón. A lo mejor pensáis que su decisión de llevarse su empresa, Ferrovial, a Países Bajos habrá sido sencilla, pero yo os puedo asegurar, porque me he visto en la misma, que es algo desgarrador.

Igual la misma, la misma no, tampoco vamos a forzar, pero más o menos. Yo también tuve que tomar la decisión de abandonar mi tierra natal para buscar futuro en otra, en esta, aunque supongo que mi traslado fue más sencillo que el de Ferrovial porque todos mis activos se reducían a mí mismo, pero para el caso tanto da. Lo importante es el desgarro. Cuando uno siente de verdad la patria, la tierra que se ve obligado a dejar atrás, no hay consuelo material.

Porque yo estoy convencido de que Rafael del Pino es un patriota, que sufre por la tierra que le ha permitido convertirse en el tercer hombre más rico de España. Tres mil y pico millones, Rafa, será por dinero. Qué te vamos a contar a ti, un hombre hecho a sí mismo en la gigantesca  empresa que heredaste, esa Ferrovial desde la que tu padre empezó a labrar esta tierra nuestra, con aquel contrato que le dio el franquismo para renovar las traviesas de las vías ferroviarias de la empresa pública Renfe. Vale que tenía socios con mano en el BOE, como Leopoldo Calvo Sotelo, luego sepulturero de régimen; José María López de Letona y del Pino, ministro de Industria con el Caudillito; y el que fuera presidente del INI Claudio Boada, pero ¿y la patria, verdad Rafa, quién la labra?

Pantanos, canales, carreteras, autopistas... así se hace un país. Cuando había un contrato gordo, una adjudicación pública, un céntimo en asfalto que gastar, ¿quién estaba ahí, dispuesto a sacrificarse por el bien común y un enorme y honesto beneficio? Ferrovial, presto a regar la patria con el sudor de los otros.

Y todo para qué, para que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia te quiera multar con 38 millones por haber formado un cartel con las otras grandes constructoras para manipular las licitaciones, o para que te acusen de haber pagado comisiones a partidos políticos por las adjudicaciones de obra pública. Pero quién te va a contar a ti la cantidad de cenas, de coca y de putas que hay que pagar para llevar un plato de lentejas a casa. ¿En serio, eso es agradecimiento?

Di que sí, Tito Rafi, llévate la empresa a Países Bajos. Y tus tres mil y pico millones. Es un buen lugar donde pagar impuestos, sobre todo donde pagar menos. Aquí te miran como a una sanguijuela que lleva medio siglo engordando a base de la sangre de los españoles, pero qué sabrán ellos. El país, para quien lo compra. Ferrovial es ya internacional, otra historia, otra liga.

Llévatela, es solo dinero, pero que no se le ocurra a nadie "dudar del compromiso" de tu empresa y de ti mismo con España. La duda ofende, Rafa, la tierra es lo que somos y a lo que hemos de volver. Nadie mejor que tú y yo conocemos la profundidad del desgarro. Tú, yo y todos tus muertos, Rafa.


 

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