Opinión

Mi reino por un caballo

SHAKESPEARE, la frase era de Shakespeare, experto en poner en boca de los personajes históricos las palabras más hermosas dichas en los momentos más trágicos. Al parecer Ricardo III perdió el caballo en la batalla de Bosworth, bueno, perdió el caballo, el reino y la vida. Con él acabó la dinastía de York y de los Plantagenet. Qué nombre más bonito, Plantagenet.

La pelea era por el trono y Ricardo luchó en tierra hasta morir. Fue el último de los reyes muertos luchando en una refriega. Su cuerpo estuvo perdido durante siglos y apareció hace unos años bajo un aparcamiento en Leicester. Gracias a ese descubrimiento se sabe cómo murió, cuáles fueron las heridas que les infringieron los hombres del Tudor. ¿No es maravilloso? Un cráneo con huellas de espadas, cuchillos, lanzas, alabardas. Una de esas armas le hizo perder la vida y alguna penetró su pelvis cuando ya había expirado su último aliento.

Ojalá la historia fuera siempre tan fácil de descifrar como hacer la autopsia de un cadáver aunque haya perdido unos huesos y tenga quinientos años. Que el personaje era cruel y sanguinario parece claro, lo propio de los tiempos y tal vez un poco más, pero quizás no tanto como lo pintó el poeta inglés que escribía obras de teatro para solaz de los herederos de la dinastía ganadora y, ya se sabe, el pueblo en cada momento necesita un enemigo común para reafirmarse y con el paso del tiempo los malos siempre son los que perdieron.

Me pregunto cómo leerán en el futuro los hechos presentes, si aparecerá el cráneo de Pablo Hásel, tan vacío como ahora, o se analizarán los fósiles de los contenedores y si habrá pasado a la historia la violencia de estos días tal como se cuenta en los telediarios o solo se recordará la lucha por una libertad de expresión más adecuada a los tiempos

En cualquier caso, historia pasa por la literatura y yo me quedo con esa frase inmortal que conocemos sin saber de qué.

Mi reino por un caballo.

Y vale para todo, una expresión de los deseos, o de las necesidades. Una expresión de un anhelo de difícil cumplimiento, un imposible.

Mi reino por una certeza.

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